Recuerdo haber ido en el auto camino al colegio, cuando mi papá puso un cassette del año 88. De pronto, comenzó a sonar la canción del No. La clásica frase “Chile, la alegría ya viene”, caló en lo más profundo de su memoria y lo trasladó a un tiempo oscuro, pero a la vez esperanzador, en donde la libertad se asomaba por delante. 

Lo mismo esperaba con la franja del apruebo. Quizás una narrativa épica en donde la oportunidad de un cambio de esta magnitud nos uniera. Lamentablemente, no fue el caso. 

Con esto, no quiero decir que las piezas audiovisuales no me hayan gustado, todo lo contrario, me parecieron bastante bien hechas. Sin embargo, me causó cierto nerviosismo saber que no se pudo lograr unidad desde los sectores de oposición para asumir este desafío histórico. 

Lo anterior, denota la amplia masa heterogénea que conforma los sectores del apruebo, situación que algunos políticos de una derecha más conservadora han sabido leer. El caso más icónico es el de Pablo Longueira. 

“Voy a votar apruebo”, mencionaba el ex timonel de la UDI. Las reacciones a sus dichos no tardaron en llegar y muchos militantes de su sector comenzaron a tildarlo de “oportunista” o de “vendido a la izquierda”, algunos incluso, como es el caso del diputado de su partido, Javier Macaya, le solicitaron “reconsiderar su postura”. Todo esto, sin entender la audaz estrategia que estaba empleando. 

Si hay algo que se le puede reconocer a Longueira, es su capacidad de leer las situaciones. Ese es precisamente lo preocupante de su aparición.

Según algunas de las encuestas más reconocidas, el apruebo se posicionaría con una contundente victoria, llevándose el 70% de los votos. De ser así, los sectores del rechazo quedarían en una situación bastante compleja para futura elecciones. Esto, el histórico gremialista lo sabe. 

“Lo peor que nos puede ocurrir, es que no saquen el 30%. (... ) ahí nos van a decir que el 70% de los chilenos quiere partir de cero, ese es el riesgo al que estamos expuestos”, mencionaba Longueira. 

En ese contexto, Longueira entiende a la perfección la ola que debe surfear: pelear los constituyentes. Al ver la incapacidad de los sectores progresistas de articular un discurso único, se abre una puerta para que personajes de esta índole puedan entrar a pelear un cupo en los convencionalistas que redactarán la nueva Constitución. 

“No vengo como un mesías, vengo a decirles una estrategia que nos una”, agrega. 

El año 2021 viene cargado de elecciones y muy probablemente el resultado del plebiscito de octubre marcará la pauta de las estrategias políticas para el futuro. En esa línea, resulta trascendental que, los que vayan a conformar el órgano constituyente, sean capaces de buscar puntos en común. 

De lo contrario, se corre el riesgo de que el proceso sea viciado por esa misma minoría que, históricamente, ha sido reacia a los cambios. 

Que no se malinterprete, no es llamar a la unidad porque sí, sino que es hacer el llamado a la ciudadanía de estar concientes de que el partido no termina en octubre, sino que comienza ahí. 

Resultará de vital importancia que el pueblo que salió a las calles en octubre, sea capaz de articularse y generar niveles de organización que permitan que las demandas sean impulsadas, porque políticos como Pablo Longueira se mantienen al acecho, e intentando usar el proceso constituyente a su favor. Ese será el gran desafío del apruebo.

Foto: Huawei / Agencia Uno