[Crítica de Cine y TV] “El precio de la verdad”: Agitando aguas podridas

12 Noviembre 2020

“El precio de la verdad” es un filme más que recomendado, que revela la inmoralidad de los ejecutivos de empresas y da cuenta de un dato que parece de ficción, pero es real: el 99 % de los seres vivos del planeta tendrían este tipo de químicos en sus cuerpos.

Alejandro Nogue >
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En algún momento desafiar y denunciar a las industrias contaminantes fue una bandera de lucha que generó un movimiento global que tuvo su correlato en el cine con cintas como “Erin Brockovich”. Hoy, en relación a un par de décadas atrás, las normas sanitarias son más estrictas con estas empresas y el discurso no contaminante parece ser transversal en el mundo político. Sin embargo, el problema de la contaminación y el daño a la salud persiste y solo hay que revisar lo que ha pasado en Quintero en los últimos años para comprobar que el poder económico sigue estando por sobre el bienestar social.

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“El precio de la verdad” es una película que se sumerge en este mundo (que nunca huele bien) y lo hace en base a un caso real ocurrido en Parkersburg (USA) en 1998. El protagonista de esta trama es Rob Bilott (Mark Ruffalo), un joven abogado que trabaja en una de las firmas más prestigiosas de Cincinnati que tiene entre sus principales clientes a las empresas químicas. Cuando Rob está por asumir como socio de la firma, llega hasta su oficina un viejo campesino, Wilbur Tennant (Bill Camp), con cintas de videos donde aparece su ganado muriendo por culpa de la contaminación de una empresa del sector, según alega él.

Rob solo quiere deshacerse del campesino, no hay razón que en su estatus de abogado corporativo vea un caso de este tipo. Su carrera está llegando a la cúspide, lleva una vida tranquila con su esposa (Anne Hathaway) y su pequeño hijo, su familia calza perfecto con el “american way of life”, pero como el granjero era amigo de su abuela, decide visitarlo y comprobar en terreno si tiene fundamento su denuncia, encontrándose con un extraño comportamiento de los animales y la deteriorada salud de la familia del agricultor, que serán solo la punta del iceberg de lo que está ocurriendo: la poderosa empresa DuPont ha utilizado el río como vertedero químico contaminado el agua, aire y tierras.

El abogado, a regañadientes, comienza a investigar el caso, que va tomando un mayor alcance cuando sospecha que los 70 mil habitantes de Parkersburg podrían estar afectados. Recibiendo las presiones de su staff para no continuar, pero con el importante apoyo de su jefe Tom Terp (Tim Robbins), Bilott sigue adelante con el caso en contra de esta industria que podría ser la responsable de varias enfermedades, como cáncer al riñón y a los testículos, hipertensión, aumento del colesterol y deformaciones de los fetos, entre otros males que han afectado a la comunidad, realizando el mayor testeo de casos en este tipo que se ha hecho en la historia con miles de personas que acuden a someterse a exámenes.

Y el resultado de la investigación es terrible: la empresa DuPont ha utilizado en la elaboración de los sartenes de teflón PFOA, un compuesto químico nocivo que se aplicaba en la cobertura de los tanques y que ellos decidieron trasladarlo con éxito a las cocinas del mundo, ganando así millones de dólares a pesar que sus propias investigaciones daban cuenta de enfermedades graves asociadas a la exposición al químico, que incluso afectaron a sus empleados.

Este filme nos muestra con pulso firme este proceso de investigación legal y el extenso juicio que sigue el abogado por cerca de dos décadas para generar una demanda colectiva en contra de la empresa, lo que significará el pago a cuantiosas compensaciones a los afectados, desarrollando un buen relato en que hubiera sido fácil caer en las caricaturas o en el repetido esquema de este tipo de películas, lo que se complementa con las buenas entregas actorales de Mark Ruffalo, Tim Robbins, Bill Camp y Anne Hathaway, logrando una maciza cinta que nos muestra que a veces -aunque sean pocas- la voluntad de un hombre es capaz de enfrentar a una poderosa industria que factura cientos de millones de dólares.

Para quienes buscan buenas historias reales, “El precio de la verdad” es un filme más que recomendado, que revela la inmoralidad de los ejecutivos de empresas y da cuenta de un dato que parece de ficción, pero es real: el 99 % de los seres vivos del planeta tendrían este tipo de químicos en sus cuerpos. Como para pensarlo mejor, la próxima vez que quieran cocinar unos huevos fritos en el sartén de teflón.  

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“El precio de la verdad” (Dark Waters). Actuación: Mark Ruffalo, Anne Hathaway, Tim Robbins y Bill Camp. Dirección: Todd Haynes. 2019. EE.UU. Amazon Prime.