El momento de la insolencia creativa

El momento de la insolencia creativa

19 Marzo 2021
Estamos frente a un desafío doble: necesitamos crear porque somos humanos y necesitamos enfocar esa creación hacia lo nuevo que debemos construir porque lo antiguo parece estar agotado.
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Por Fernanda Undurraga Jeria, Abogada, Máster en Relaciones Internacionales y Experta Hay Mujeres

La crisis sanitaria, social y económica que instaló la pandemia del Covid19 y que todavía nos acompaña, nos impuso la necesidad de pensar y crear para sobrevivir. El economista Manfred Max-Neef postula que existen nueve necesidades humanas fundamentales asociadas a la supervivencia y la realización. Destaca en su lista la necesidad de creación que se asocia, entre otros, a la búsqueda de la pasión, la imaginación, la curiosidad, la producción, la retroalimentación y los espacios de expresión. Hoy descubrimos que nunca existió la opción de no crear, de no adaptarnos. También comenzamos a entender que estamos frente a un desafío doble: necesitamos crear porque somos humanos y necesitamos enfocar esa creación hacia lo nuevo que debemos construir porque lo antiguo parece estar agotado.

¿Cómo encauzar la satisfacción de esta necesidad? Absorbiendo su esencia. Entendiendo, en primer término, que es transversal a las culturas y las creencias porque es inherente al ser humano. Lo segundo será reconocer su naturaleza, que, inicialmente determinada por una pulsión interna e íntima, ha sido transformada por la vida en sociedad en una búsqueda tribal. De ahí su carácter colectivo. El tercer paso será identificar el componente solidario como requisito para su obtención: una creación integral solo puede ser alcanzada a través de la fusión de intereses y capacidades a través del trabajo colaborativo. Robert Schumann, uno de los arquitectos de lo que hoy conocemos como Unión Europea, lo anticipaba en su discurso de 1950, "La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan". La construcción de la paz, y, desde ahí, de cualquier nueva realidad, solo será posible desde la generación de sinergias. Bien lo están entendiendo quienes se unen por el desarrollo de las vacunas que darán un respiro al mundo.

Surge entonces una segunda pregunta, ¿Cómo podemos cultivar una ruta de creación colectiva sostenible? La respuesta está en garantizar que todos y todas podamos recorrer un camino individual de búsqueda, al mismo tiempo que aseguramos el derecho de acceder a los espacios de creación colectiva. Sabemos que no hay desarrollo posible sin equidad, que sin hombres y mujeres debidamente representados sólo podremos construir realidades injustas, incompletas, inestables y destinadas al fracaso. No es sólo socialmente necesario, sino que también económicamente lógico: de acuerdo a la OCDE, los países en desarrollo podrían incrementar su PIB en un 12% si sus políticas tuvieran una clara perspectiva de género. La fórmula estará entonces en crear, desde el complemento, con la equidad de género como un pilar inquebrantable. Tal vez nuestra nueva Constitución, la primera en ser pensada desde la paridad en el mundo, pondrá a prueba nuestra capacidad de pensar desde una perspectiva verdaderamente colectiva, equitativa y sostenible.

Cuando entendemos que crear es una necesidad humana y que el contexto actual nos está exigiendo una alta dosis de creatividad para diseñar soluciones a problemas que no conocíamos, se abre una oportunidad. La escritora y dramaturga Nona Fernández se atreve a afirmar que, “Se está desbaratando un orden y quienes creemos en la construcción de otro futuro tenemos que ser bien insolentes”. El orden mundial que conocemos hoy fue construido desde una mirada individualista y masculina. La insolencia de romper con ese esquema y de exigir el derecho a crear uno nuevo desde una mirada integradora y equitativa es el siguiente paso. Necesitamos y queremos crear, y esto sólo puede funcionar si nadie queda fuera. Seamos tan pragmáticos como plantea Schumann y tan insolentes como nos invita Fernández.