Es tiempo del Koyang

Es tiempo del Koyang

05 Julio 2021
El problema es que el Estado de Chile, poco a poco se fue olvidando del koyang, dejó de parlamentar, abandonó la diplomacia y renunció a reconocer al pueblo mapuche como una nación.
Rodolfo Follega... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Mientras todavía resuenan las palabras de Elisa Loncón, la académica mapuche electa Presidenta de la Convención Constitucional, me quedan dando vueltas dos frases pronunciadas por ella antes de iniciarse la sesión inaugural de la Convención: “…traemos sabiduría, traemos filosofía…”.

Se inicia así el tiempo de conversar y de pensar Chile, el tiempo del koyang. Esto ya lo comprendían muy bien los mapuche del siglo XVI. Por eso ellos tenían el koyang, instancia para resolver los grandes temas que afectan a la comunidad y los conflictos o disputas entre parcialidades. Es decir, la resolución de problemas se logra en la conversación a través del correcto uso del lenguaje, que para los mapuche es la lengua de la tierra, mapuzungun. Esta práctica mapuche, koyang, se aplicó a la relación con los conquistadores españoles. Es lo que la mayoría de nosotros conocemos como “parlamentos”, pero que en verdad se trata de un protocolo diplomático originado en el derecho consuetudinario mapuche, aceptado por los españoles, que conduce a la resolución de conflictos y la toma de acuerdos, pactos y tratados.

Fue entonces el koyang, el parlamento, lo que permitió al pueblo mapuche asegurar y preservar su independencia, libertad y territorio durante todo el período colonial, a pesar que nos insistan en el tema de la resistencia armada, épicamente representada en la Guerra de Arauco y los versos de La Araucana, el célebre poema de Alonso de Ercilla y Zúñiga. Koyang que fue aceptado por la Corona española como un instrumento jurídico y diplomático ajustado a los códigos del derecho internacional. 

El problema es que el Estado de Chile, poco a poco se fue olvidando del koyang, dejó de parlamentar, abandonó la diplomacia y renunció a reconocer al pueblo mapuche como una nación. Y así el Estado, sin querer darse cuenta o sin querer reconocerlo, fue cayendo y creando su propia ilegalidad en la forma de relacionarse con el pueblo mapuche.

Ocurrió entonces la mal llamada “Pacificación de la Araucanía” (1860-1883), una ocupación militar unilateral destinada a la anexión total del territorio mapuche en beneficio del Estado de Chile, abandonando las reglas y costumbres ajustadas a derecho que habían regulado y normado las relaciones diplomáticas y los acuerdos fronterizos entre mapuche y chilenos.

Hoy los vientos que soplan, contra muchos pronósticos, nos traen la buena nueva de la palabra. No en vano Elisa Loncón es lingüista, doctora en humanidades y en literatura. La palabra y el koyang, la palabra y el parlamentar, conversar, dar vueltas juntos, como dijera Humberto Maturana, “lo humano existe en el conversar y todo quehacer humano ocurre como una red de conversaciones”. También este camino fue anunciado por otro mapuche, Carlos Contreras Painemal, cuando en la presentación de su tesis doctoral en la Freie Universitas de Berlín, sostenía: “El camino para solucionar la relación estado pueblos indígenas en el presente, será volver al koyang, es decir, retornar a los parlamentos…”.

Hoy, con certeza y esperanza, podemos decir que volvemos al koyang, pero el koyang de Chile con Chile, la conversación de todos los pueblos que somos, el koyang que reúna todas las sabidurías y todas las filosofías que fluyen del desierto a la Patagonia, de cordillera a costa y de la costa hasta las lejanas islas.