Gonzalo Rojas: Un poeta de viento y voz

Gonzalo Rojas: Un poeta de viento y voz

04 Febrero 2021

Una vez lo visité, sí señor, lo visité en su casa larga. Era verano en Chillán y hacía un calor de piedra. Gonzalo Rojas bebía cortitos de Whisky agarrándose los suspensores, estaba achispado y algo sudado; no importaba, que iba importar.

Danilo Vega >
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La charla era anodina y daba gusto supongo. Me recibió y conversamos de todo. Siempre guardaba un ratito para hablar de Lebu, de las lluvias en el sur, de Hugo Zambeli, de su correspondencia, de lo imponente que era Mao, de putas y surrealistas.

Cuando me fui recuerdo que no grabé nada. No importaba.

Correteaba a las andadas con ocho hermanos más. Había una batalla infantil continúa, quien le abriría el portón a su viejo, minero del carbón.

Siempre comentaba que desde los 9 hasta los 16 años se leyó todo el material literario, filosófico e histórico que había en la biblioteca del colegio, movido desde cabro en una órbita muy grande de lectura, lectura, lectura.

Estudió Derecho y Filología Clásica en la Universidad de Santiago de Chile. En esa misma ciudad, fue uno de los fundadores del grupo Mandrágora.

Fue profesor de Literatura en la Universidad de Chile en Valparaíso y en la de Concepción, donde organizó encuentros los recordados encuentros internacionales de Literatura. Recorrió Chile con Rulfo, Cortazar, Carpentier, Allen Ginsberg y varios más.

Estuvo en el exilio y regresó a Chile para vivir en Chillán que fue donde lo conocí. Quería mucho Chillán que era el hogar de su esposa Hilda May.

Solía poner los ojos vidriosos y profundos, decía que conversaba con los muertos, con uno en especial el tal Juan de Yepes, con voz ronca un par de veces dijo: “La ciencia que más me gusta es la protociencia llamada magia. Yo soy mágico, como somos los poetas.”

Rojas es admirado en muchas partes del mundo, Ganó el premio Reina de Sofía en 1992 y el Cervantes en 2003.

Tuvo en su tiempo una gran trifulca con Nicanor Parra, otro de la zona. Sus poéticas de hecho son un tanto adversarias. La crítica Fabienne Bradu, dijo en su minuto (echándole bencina al fuego) que: "Parra cayó en la antipoesía por su incapacidad de escribir poesía como la de Gonzalo".

¿Y?, rotación y
traslación, ¿nos
vemos
el XXI? ¿Nos
vamos o
nos quedamos? Van 80,
y qué.
                De nariz
van 80, de aire, de mujeres   
velocísimas que amé, olí, palpé, de
mariposas maravillosas del Cáucaso irreal adonde
no se llega tan fácilmente porque no hay Cáucaso irrea1, de eso                                                    
y nada van 80, de olfato
de niñez corriendo Lebu abajo, los pies
sangrientos rajados por el roquerío y el piedrerío, de eso, del
carbón pariente del diamante, de las
gaviotas libérrimas van
80, del zumbido
ronco del mar,                                       
de la diafanidad del mar.                             

Habrá viejos y viejos, unos                    
vueltos hacia la decrepitud y otros
hacia la lozanía, yo estoy                            
por la lozanía, el cero
uterino es cosa de los mayas, no hay cero           
ni huevo cósmico, lo que hay en este caso
- y que se me entienda de una vez - es un ocho
carnal y mortal con mis orejas de niño para oír el Mundo, un ocho                                
intacto y pitagórico, mis hermanos
paridos por mi madre fueron ocho, los pétalos
del loto, la rosa de los vientos, lo innumerable
de la Eternidad, mi primer salto al vacío
desde el muelle de fierro contra el oleaje, ahí voy. Difícil
ocho mío nadar con este viejo a cuestas.

Bueno, y si muero el cero ya es otra cosa
y eso se verá si es que procede
el mérito del resurrecto. La apuesta es ahora,
ese ahora libertino cuando uno
todavía echa semen sagrado en las muchachas, y
no escarmienta, construye casas,
palafitos airosos construye para desafiar al esqueleto, viaja,
odia la televisión, vive solo
en su casa larga de Chillán de Chile, unos setenta
metros de nadie, cuida
las rosas, acepta las espinas, se
aparta al diálogo con su difunta, rema en el aire
a lo galeote, como antes, todo en él es antes, el
encantamiento es antes, el
sol es antes, el amanecer,
las galaxias son antes.

Así las cosas, ¿nos entonces vemos
el XXI? Los
verdaderos poetas son de repente: nacen
y desnacen en cuatro líneas, y
nada de obras completas,
                                         otros
entreleen a su Homero por ahí en inglés entre el ruido
de los aeropuertos a falta de Ilión,
                                                       Hölderlin
fue el último que habló con los dioses,
                                                             yo
no puedo. El Hado
no da para más pero hablando en confianza ¿quién
da para más?, ¿el aquelarre
de los nuevos brujos de la Física?, ¿el amor?, pero
¿qué se ama cuando se ama?, ¿las estrellas?, pero ¿quiénes
son las estrellas profanadas como están por las
máquinas del villorrio?

                                    Lo
irreparable es el hastío.