¿Qué es ser Porteño?

05 Septiembre 2014

No es lo mismo ser porteño que vivir en Valparaíso, siempre lo he dicho y defiendo este argumento una y otra vez pues hablamos de una forma de vida que lleva el porteño aún cuando no habita en su puerto.

Alvaro Arriagad... >
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No es lo mismo que vivir en Valparaíso: ¿Qué es ser Porteño?

Considero fundamental y más aún, trascendental para debatir sobre Valparaíso, no sólo ser porteño sino que también vivir como uno en caso de no ser nativo (a los sociólogos les encanta esa palabra). Y no es por un tema de localidad, como caricaturiza don Pablo Aravena Nuñez haciendo gala de su condición de académico de la UVM y de la UV en su columna “Valparaíso, Ese perverso discurso de la identidad” publicado en este mismo medio.

Antes de esto, me refiero a antes de las caricaturas, a lo que estudió Foucault y al estructuralismo, es importante definir “qué es ser porteño” o al menos cual sería su significado. Y para este efecto no es necesario galardón académico alguno, es más, ni siquiera es necesario nacer en esta ciudad, es lo que podríamos llamar: el maravilloso mundo del sentido común de una ciudad no convencional.

Obviamente mi visión lleva el sesgo y la marca de haber nacido entre cerros y escaleras tan imprudentes como intempestivos. Por esto es que considero que para ser porteño es imperativo ser niño en esta ciudad y llevar el espíritu tan alto como el mismísimo arrebol, sólo así es posible capturar la magia inocente de la vida cerro abajo y cerro arriba, jugar al equilibrio contra la gravedad que desemboca en el mar destellante de amaneceres y atardeceres, hacer del día una canción esa es la verdadera cuestión. Un niño no debate sobre la historia sino más bien la construye y ése es el futuro que debemos proteger.

No es lo mismo ser porteño que vivir en Valparaíso, siempre lo he dicho y defiendo este argumento una y otra vez pues hablamos de una forma de vida que lleva el porteño aún cuando no habita en su puerto.

Es posible aún vivir en Valparaíso y hacerlo como porteño, lo que no significa amar más o menos la ciudad que otros, en efecto no es una competencia de oportunidad y de amor sino más bien de cuan fácil es para el individuo entender su entorno para así adaptarse, desenvolverse, desarrollarse.

Un porteño es un niño que a través de los años permanece anclado a la ciudad y no se trata tampoco de un tema de identidad. Es cierto, muchos de nuestros vecinos, compañeros de universidad, de trabajo y conciudadanos varios no son de Valparaíso, cohabitan en él, y hay otro grupo que tan sólo lo visitan, turistean por así decirlo. No todos son porteños y entiendo que les choque a algunos pues en un país dónde la identidad es un tema bastante sui generis y en boga para nosotros es algo inherente y con lo que nos educamos, sin sesgos de clases sociales, sin ideologías baratas de discursos rimbombantes, ser porteño es perseguir la libertad en una estudiada melancolía que se aprende a disimular con los años.

La ciudad desde sus inicios le ha dado la bienvenida a los extranjeros que se han asentado acá, jamás se ha producido escaramuza alguna por la diferencia de los orígenes de sus habitantes, por lo que tampoco es un tema cultural de rechazo a otros ciudadanos ni discriminación si alguien desea denominarle así.

Muchos hoy han venido a Valparaíso persiguiendo una cierta y determinada idealización de una ciudad que no conocían y que ahora que habitan en ella desean aportar para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, algunos sin siquiera consultarle a ellos otros tratando de camuflarse detrás de banderas de luchas que en la historia de este puerto jamás han existido.Pero hay otros que trabajan en inalcanzable e infatigable mérito solidario y en conjunto con quienes ya habían albergado los temporales de antaño una y veinte veces. Ése es el espíritu de Valparaíso y de un porteño.

Seamos honestos, nacer en Valparaíso tampoco es sinónimo de éxito y probidad ni mucho menos de rectitud, claro ejemplo es el actual edil de la ciudad que es, desde mi humilde opinión, una de las peores autoridades que han pasado por el sillón municipal, una verdadera vergüenza que pretende crear guettos y distanciamientos principalmente ideológicos. Personalmente creo que mientras más fuerte el fascismo gobernante más fuerte el antifascismo y los ciudadanos se quedan con el sólo eco de su propia voz.

Pero volvamos al tema principal y para finalizar ¿Es tan perverso cuando un porteño exige sus derechos en un tono distinto al que usa otro individuo que habita en la ciudad? Es como llegar a vivir a la Isla de Pascua y criticar a los pascuenses porque bailan semidesnudos o porque les gusta nadar. Cae entonces la crítica en un abismo, en un absurdo que ni la misma poesía en verso libre podría remediar.

Podría gustarnos o no, pero de cierta manera muchos de nosotros estamos cansados que desde otros lugares, gente que no es de Valparaíso comience a denominar y categorizar la ciudad, ergo establecer como deben vivir sus habitantes y esto último nos afecta a todos en general y por igual.

Comencé esta columna diciendo que considero trascendental para hablar de Valparaíso ser porteño o al menos entender sus formas, en caso contrario emularlas. Básicamente estoy diciendo que aunque el común denominador de los mortales utilice la palabra porteños como gentilicio de la ciudad, el porteño trasciende a su condición de habitabilidad, la supera, lo libera.

Lo realmente importante no es quien es porteño y quien no, lo importante es que esta es nuestra ciudad, ¡nuestra! y mientras antes se entienda esto mejor, pues somos todos juntos los padres de los futuros porteños que deberán velar por el devenir de la ciudad que busca eternamente la libertad.

[Mira también Patrimonio en peligro; 20 monumentos abandonados en Valparaíso]

Comentarios

Imagen de Pablo Aravena Núñez

Sr. Mandril (no dispongo de

Sr. Mandril (no dispongo de su nombre): Me permito
contestarle lo único contestable de su texto. Usted dice que "hago
gala" de mi condición de académico... como si fuera un privilegio, como si
fuera un lugar “a salvo”. No sé qué acercamiento tiene usted a esta actividad,
pero tiene muy poco de privilegio (créame). Desarrollamos nuestro trabajo en
medio de las coacciones propias de una institución en pleno proceso de
racionalización neoliberal. Por último, ¿de qué otro modo podría firmar mi columna
de opinión si he dedicado mi corta vida solo a la vida universitaria? Y Eso de
los seudónimos no va conmigo.Es lamentable perder la oportunidad de entablar un buen
debate sobre Valparaíso, pues lo que usted más ataca es lo menos importante de
mi texto: la firma.

 

 

Pablo Aravena Núñez

 

Académico, Universidad Viña del Mar / Universidad de
Valparaíso

Imagen de vicente rojas inostroza

Excelente !!!

Excelente !!!