Buenas conversaciones, buenos futuros
Salvador Vergara y Viña del Mar en la Revolución de 1891
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Ricardo Andrés Loyola
Sociedad de Historiadores del Marga Marga
La situación de quiebre constitucional nace de los intereses de los congresistas de aumentar su poder y restringir las facultades presidenciales que amenazaban con inmiscuirse en los capitales ingleses de las mineras de la zona norte, zona despojada a las Repúblicas de Bolivia y Perú tras la Guerra del Salitre y que quedaron en manos, la mayoría, de capitales anglos y especialmente en la figura de Tomas North.
La situación creo un caos político que terminó en la sublevación del Congreso apoyado por la Armada de Chile y radicado en Iquique, mientras que el Poder Ejecutivo quedó gobernando en Santiago con el apoyo del Ejército. Los primeros avanzaron desde el norte hacia Santiago, concitándose una gran batalla en Concón en agosto de 1891, ganando el bando congresista, tras la cual se inició la marcha hacia Santiago, lo que significó el paso de tropas por Quilpué y Viña del Mar.
En esta última ciudad, Viña del Mar, las tropas al mando de Salvador Vergara se detuvieron cerca de la “Loma del Gallo” en lo que hoy es el barrio de Miraflores Alto y desde allí hubo algún intercambio de cañonazos entre la batería que llevaban los sublevados y el Fuerte Callao (en lo que hoy es el Palacio Presidencial de Cerro Castillo), los que derivaron en una serie de daños y luego juicios de indemnización contra el Estado, en las viviendas y negocios del sector Miramar. Sin embargo, tras una decisión de Salvador Vergara, las tropas no descendieron a la naciente ciudad de Viña del Mar, lo consideraba poco adecuado considerando que era su propiedad y podía verse dañada de forma importante por las acciones bélicas que allí se desarrollasen. Así las cosas, luego del intercambio de balas ya nombrado, las tropas se dirigieron a Quilpué desde donde marcharían hacia Placilla, lugar donde se libraría el último combate. En trayecto, eso sí, las tropas perdieron un cañón que fue desarmado y enterrado en algún lugar que hasta ahora se desconoce y permanece en el misterio.
Fue así como Viña del Mar, gracias a Salvador Vergara uno de sus dueños en aquel entonces, se liberó de ser destruida o quizás arrasada por la cruenta Revolución de 1891 que puso fin al presidencialismo del siglo XIX e instauró un seudo parlamentarismo, con lamentables consecuencias para Chile hasta 1925.