Terremotos en Valparaíso:1730, el terremoto olvidado

Terremotos en Valparaíso:1730, el terremoto olvidado

05 Mayo 2021
La historiadora Ximena Urbina, en un exhaustivo trabajo de fuentes y documentos, ha podido revelar muchos y nuevos antecedentes sobre este sismo, que no afectó solo a las costas de Valparaíso, sino a una gran extensión del territorio nacional.
Rodolfo Follega... >
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Por Rodolfo Follegati Pollmann.

Valparaíso en esos tiempos apenas era un conjunto de bodegas y chozas, un par de iglesias con su cofradía de frailes y alguna fortaleza militar que difícilmente cumplía las funciones defensivas de lo que se consideraba el puerto de Santiago. Su población era escasa e inestable, se componía de unos pocos religiosos y militares y algunos residentes que cuidaban las mercaderías almacenadas en rudimentarias bodegas a la espera de ser embarcadas al puerto del Callao en Perú. Los pocos datos de población hablan de unos 300 habitantes en 1710, según un informe del Obispo de Santiago, y de 478 vivientes en 1744, según las autoridades locales. Entre estas cifras podemos imaginar la escasa población de Valparaíso en 1730, la que además no residía en el puerto de manera permanente.

La poca población se agrupaba en torno a la iglesia de la Matriz, que ocupaba la misma ubicación actual, es decir la primera terraza sobre las costas que bañaban la actual plaza Echaurren. El único terreno plano, entre la playa y el pie de los cerros, lo constituía una calle irregular donde estaban las bodegas que almacenaban los productos antes de ser embarcados. En lo que hoy conocemos como el barrio Almendral se destaca el convento y la iglesia de los mercedarios, en medio de un extenso arenal y playa, en un terreno prácticamente deshabitado, considerado como los extra muros del poblado.

Decíamos en el título que el terremoto de 1730 es el olvidado, el desconocido e ignorado. Lo poco que se sabía de él es que habría destruido algunas bodegas, iglesias y algunas instalaciones del castillo del gobernador. La población habría resistido por encontrarse a una altura suficiente para que no fuera inundada por la ola producida por el tsunami que acompañó al terremoto. En general se consideraba que los daños fueron menores, pero no por lo menor que haya sido el terremoto, sino por lo poco que destruyó, pues en el Valparaíso de 1730 era muy poco lo había edificado y muy poco lo que hubiera de lamentar.

Sin embargo, investigaciones recientes nos dicen otra cosa. La historiadora Ximena Urbina, en un exhaustivo trabajo de fuentes y documentos, ha podido revelar muchos y nuevos antecedentes sobre este sismo, que no afectó solo a las costas de Valparaíso, sino a una gran extensión del territorio nacional. En documentos que no habían sido considerados hasta ahora Urbina nos deja al descubierto que la madrugada del 8 de julio de 1730 ocurrieron dos movimientos, el primero entre las 01:00 y las 02:00 de la madrugada, y el segundo entre las 03:00 y las 4:00, seguidos por una salida de mar que, en algunos lugares se percibió como una sola y continua, y en otros como dos salidas independientes, después de cada uno de los sismos.

Según estos nuevos testimonios hoy sabemos, comenta Urbina, que el terremoto se sintió con gran violencia “y que los edificios que no fueron afectados por el posterior o posteriores tsunamis, quedaron casi inservibles por el sismo”. Es decir, lo que no arrasó el o los tsunamis lo destruyó el terremoto. Esto invierte el orden de percepción que tenemos hoy a partir de la experiencia del gran terremoto y tsunami del 2010, donde la sensación que nos dejó es que lo que no destruyó el terremoto se lo llevó el tsunami. También nos evidencia que cada evento de la sucesión de sismos y tsunamis, a lo largo de la trágica madrugada del 8 de julio de 1730, afectó indistintamente a las edificaciones, dependiendo si estaban en zonas altas o bajas, cercanas o alejadas de la costa.

A partir de la nueva documentación, Urbina ha podido establecer que la iglesia de la Matriz quedó completamente inutilizada, al igual que la iglesia de los franciscanos y una pequeña capilla jesuita y las viviendas de los religiosos. También se cayó el castillo del gobernador, de adobe, las salas de guardia, almacenes de pólvora y calabozos, construidos de cal y piedra. Los documentos dicen que estas instalaciones “fueron arrancadas desde su cimiento…”, que las escaleras y murallas de piedra “fueron tronchadas y reducidas a fragmentos…”.

A pesar de este catastro de daños debemos recordar que, al parecer, para la escasa población de Valparaíso no habría significado esto una gran tragedia en cuanto a la intensidad de los movimientos telúricos y tsunamis. Y esto por dos razones. Por un lado, la precariedad de las pocas construcciones que allí había, sean estas viviendas o bodegas, hacía que fueran fácil y rápidamente reconstruidas o trasladadas de lugar. Y por otro lado, la frecuencia de temporales, marejadas, salidas de mar, crecidas de los arroyos y esteros que bajaban por las quebradas, terremotos, etc., hacían de sus efectos algo habitual para la incipiente población de Valparaíso, por lo que las consecuencias del terremoto de 1730 no deben haber sido tan diferentes a las ocasionadas por otros eventos similares, cosa a la que los habitantes del puerto estaban acostumbrados. Es por estas razones que los testimonios directos minimizaron los efectos del terremoto. Sin embargo, los relatos y registros que se tiene de otros lugares del país, redactados por testigos directos, ya sea en Concepción, Santiago o La Serena, dan cuenta de nuevos y mayores antecedentes que nos permiten acercarnos a la verdadera magnitud de este terremoto y tsunami.

El procurador de la orden de San Francisco en Santiago, fray Francisco Seco, anotó que fue “tan espantoso que no daba lugar el movimiento de la tierra a mantenerse en pies”. Lo mismo afirmaba el obispo de Concepción, respecto del segundo movimiento, “tan recio sacudimiento que casi no se podía estar en pie”. La Gaceta de México publicó que el terremoto fue “el mayor que se ha experimentado desde que [América] está en poder de los Españoles”. Otras fuentes se refieren a “la desdicha de este reino” que “quedó reducido… a solo terreno lleno de los despojos de la ruina”, producto de “los desusados y nunca experimentados movimientos, cayendo a su violencia las casas, y lo más sensible, los sagrados templos”.

Todo esto se verifica a la luz de nuevos documentos, como La Relación del espantoso…, nombre corto que recibe un registro anónimo de un sacerdote jesuita, donde el avance de las olas en Valparaíso es descrito “como la peor experimentada hasta entonces por algún puerto en Chile”, comenta Urbina. Según esta relación el mar habría subido aproximadamente siete metros de altura, internándose en el sector del Almendral 800 metros abarcando todo el extremo de la bahía, desde la punta del Morro, actual sector y cerro Barón, hasta el mismo puerto de Valparaíso.

Sin duda, a pesar de lo que las fuentes callaron por muchos años y de que supongamos que la población de Valparaíso estaba acostumbrada a este tipo de fenómenos naturales, se hace innegable considerar que la fuerza del sismo y tsunami fue arrolladora y devastadora.

Es muy importante el conocimiento que hoy tenemos de ese terremoto y tsunami, sostiene Urbina, pues la zona afectada corresponde al barrio El Almendral, que “está hoy completamente poblado, que es el actual centro comercial de Valparaíso y lugar en que se asienta el Congreso Nacional”.

Todo este trabajo de investigación histórica y la revisión de fuentes, testimonios, archivos y registros desconocidos hasta ahora, ha servido de pie para interesantes investigaciones científicas, las que han cotejado la información histórica con registros geológicos. Es el caso del trabajo de Matías Carvajal y Marco Cisternas, ambos de la Escuela de Ciencias del Mar de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y Patricio Catalán de la Universidad Técnica Federico Santa María y del Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales (Cigiden), quienes publicaron un documentado artículo titulado Fuente del terremoto chileno de 1730 a partir de registros históricos: implicaciones para el futuro peligro de tsunami en la costa de Chile Metropolitano. Entre sus conclusiones se reconoce el terremoto y tsunami como uno de los más grandes ocurridos en Chile desde que se tenga registro, abarcando una zona afectada de más de 1000 kilómetros de costa. Siguiendo modelos matemáticos los científicos llegaron a determinar que la magnitud del terremoto de 1730 habría sido de 9,3°, registrando daños, por la acción del tsunami, hasta en las costas de Japón.

La investigación histórica y la geológica se entrelazan en sus conclusiones y son un gran aporte para el conocimiento del territorio y lo que ocurre o puede ocurrir bajo nuestros pies. La premisa de que lo que ocurrió en el pasado puede volver a ocurrir en el futuro se cumple plenamente en el caso de los terremotos. De ahí la importancia que nos arroja el estudio del terremoto de 1730. Los investigadores explican que los últimos grandes terremotos registrados en la región no implicaron grandes deslizamientos a poca profundidad, por lo que esa energía acumulada aún no se libera desde 1730. De producirse un terremoto frente a las costas de Valparaíso y Chile central por desplazamientos de placas a poca profundidad podría, “por lo tanto, provocar una fuerte excitación de tsunami”. En esto concuerda absolutamente Ximena Urbina quien sostiene que es muy importante y necesario prestarle la debida atención al terremoto de 1730, pues siguiendo el principio geológico de que lo que ocurrió en el pasado puede volver a ocurrir, un evento de esa magnitud “pone en riesgo de grave inundación la costa más poblada de Chile”.

Corren los años y se suceden otros movimientos sísmicos de regular o “normal” intensidad. Se viene el siglo XIX y con él otro tipo de movimientos: las revoluciones y las guerras por la Independencia. Se inaugura el período de la República y Valparaíso se abre al mundo. Terminado el monopolio que ejercía España y decretada tempranamente la libertad de comercio el puerto recibe naves de diferentes nacionalidades. El otrora “puerto de Santiago” es ahora el puerto de Valparaíso. Uno de los grandes progresos alcanzados antes de finalizar el período colonial fue la obtención del título y rango de ciudad. El pequeño caserío de 1730 ahora cuenta con comercio, instituciones públicas, más edificaciones, más población, y comienza a vislumbrarse el destino que caracterizará al puerto en los siguientes años.

Imagen: Valparaíso hacia 1730, apenas unas casas y bodegas. Fuente: Pierre Montier, Nouveau voyage du monde par M. Le Gentil, Amsterdam, 1728.