¿Gana Valparaíso realmente con la licitación del espigón (T2)?

26 Marzo 2013

La ciudad, sometida a la agenda propia que lleva EPV, arriesga mucho más que un simple lugar en el ranking portuario pudiendo perder todo el potencial para recuperar su posición geopolítica. Lo patrimonial, económico e incluso el mismo rubro portuario se ven amenazados.

Jonathan Godoy >
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Por Jonathan Godoy

El próximo 27 de Marzo terminará el secretismo por la licitación del terminal 2 y se sabrá si hubo realmente interesados en esta propuesta, la que parece cada vez más confusa para el porteño al no entender el por qué se debe construir un terminal de contenedores frente a todo su casco histórico aunque se hable de que la ciudad será la gran beneficiada. Lo anterior lo podemos verificar o desmentir a partir del estudio que elaboró “Puerto para Ciudadanos” grupo que, a diferencia de otras organizaciones ciudadanas, está compuesta en su mayoría por profesionales de diversas áreas generando una masa crítica necesaria para debatir a un mismo nivel con actores privados y públicos que buscan desarrollar proyectos en la ciudad. Los puntos críticos que definen este estudio y que dañarían a la ciudad con esta licitación se resumen en:

Factor patrimonial: Por más que el Gerente General de EPV Harald Jaeger argumente que la muralla de contenedores no será de un impacto importante y se ha dramatizado su proyección; esta se posiciona frente todo el casco histórico de la ciudad, desde Plaza Sotomayor hasta la altura de Plaza Victoria, sin mayor estudio o consulta con entes críticos en estudios urbanos patrimoniales como la Unesco (a través de Icomos), el CMN o con el Colegio de Arquitectos para estimar las posibles externalidades negativas que podrían generar no solo la altura de la muralla de contenedores sino el fin de la existencia del malecón y el no cumplimiento de los compromisos pactados a inicios de la década del 2000 cuando se presentó la recuperación de este para la ciudad y convivencia con actividades marítimas, las mismas que serán erradicadas con el actual proyecto de EPV. Lo anterior ni siquiera ha sido contemplado por la empresa estatal para elaborar un documento oficial con profesionales que confirme que la denominación de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad no correrá peligro alguno ni se disminuirá su valor.

Otro punto a destacar es el nulo estudio del fondo submarino, cubierto por centenares de naufragios que componen el patrimonio submarino de la ciudad y que hoy solo se conoce mediante excursiones de buceo. Algunas piezas son de alto valor y han promovido incluso el robo de estas para venta a privados, lo que sustenta el temor ante la sepultura de objetos de alto valor económico y patrimonial.

Factores económicos: Ninguna persona, incluyendo a los directores de EPV, pueden argumentar que Valparaíso es como San Antonio a nivel económico; entender que Valparaíso es esencialmente puerto es una falsedad frente a su historia, su realidad actual y sus verdaderas potencialidades. Hoy la ciudad ha logrado aumentar la inversión en actividades que hasta inicios del siglo XX eran parte importante de su PIB comunal como el turismo, el comercio, servicios, educación y negocios corporativos. El regreso de estas inversiones no está fundamentada solamente por la denominación patrimonial que la ciudad ganó el 2003 sino también por una política atractiva que duró hasta el inicios del 2005 cuando se entendía que la urbe volvería a potenciar su posicionamiento geopolítico dentro del país, como una atractiva mega urbe alternativa a Santiago y complementada con las comunas de Con Cón y Viña del Mar. Obras como la IV etapa del Merval, la recuperación de las Avenidad Altamirano, Brasil y Errázuriz y los paseso Wheelgright y Muelle Barón sólo dieron el punta pié inicial para que la urbe comenzara a volver a mirar al mar; las personas comenzaron a poblar nuevamente estos espacios que dejaron a mitad del siglo XX y renacieron las historias de la “casa de botes” del malecón habitado por edificios corporativos y comerciales complementados con actividades marítimas.

Por lo anterior, entre el 2008 y el 2013 se realizaron fuertes inversiones no tradicionales para lo que fueron los últimos 30 años de la ciudad, pero para nada desconocidas si nos remontamos al siglo de apogeo y de verdadera vitalidad de la ciudad. Los hoteles Diego de Almagro, Ibis y Astoreca se hicieron presente para duplicar la capacidad de camas de la ciudad; la Estación Puerto llegó a un final feliz con USD 50 millones para acoger servicios comerciales y recintos nuevos para sedes corporativas, hoteleras y educativas aportando a la región de una plataforma para realizar negocios y eventos que antes se concentraban exclusivamente en un par de hoteles de Viña. A las anteriores obras podemos sumar USD 50 millones más entre las obras ejecutadas en el edificio que acoge la Piedra Feliz (USD 2 millones), la recuperación de edificios empresariales como el de Agunsa y el edificio Centenario y otros nuevos como Tecnopacífico y Espacio Errázuriz, todos en el frente costero que va desde Plaza Sotomayor a calle Edwards (frente a Plaza Victoria). Lo anterior no sólo son beneficios que podamos sustentar en mayor diversidad de empleo, sino también en la generación de servicios y actividades directas para la ciudadanía que antes no contaba.

Las inversiones realizadas en los últimos años en la ciudad se producen como consecuencia de una voluntad política y hasta cierto punto, de la misma ciudadanía, de volver al bordemar, potenciarlo y aprovecharlo en beneficio de su anfitriona, entendiendo que la actividad portuaria generó una alta dependencia laboral y una expansión masiva podía minar las potencialidades de crecimientos del resto de las demás industrias. Los beneficios que el terminal 2  podrían generar a nivel económico y laboral para la ciudad sólo se limitan a la creación de puestos laborales para la construcción y operación del terminal mismo, los que están sometidos a los vaivenes de la situación internacional y a la estacionalidad del movimiento portuario, el cual es más fuerte en verano que en invierno en el caso de Valparaíso. Las limitaciones en la variedad laboral que ofrecerá el terminal 2 generará mayor dependencia económica y una ratificación a la mono productividad que condenó a la urbe en el siglo XX a la precariedad de hoy. Por el contrario, poder definir una política donde el borde mar desde el malecón a Barón se complemente con las actividades marítimas, podrá generar sinergias atractivas para la ciudad de Valparaíso atrayendo inversiones nuevas como ocurrió en los últimos años y seguir con la recuperación de terrenos en Avenida Errázuriz para un uso más exigente, evitando la instalación de sólo bodegas y estructuras poco provechosas para tan valiosos terrenos.

Factor portuario: Increíble, pero cierto, el actual terminal 2 que se plantea ni siquiera es el mejor diseño portuario que se está generando en la bahía; excluyendo incluso los factores urbanos desperdician una serie de ventajas que permitirían a la ciudad contar con un terminal con características únicas.

En cuanto a capacidad, el terminal 2 plantea un largo de atraque que no permite competir con el que desarrollan los dos terminal ya consecionados de San Antonio ni menos con el Callao, dejando como mejor posibilidad la pequeña expansión que hará TPS en el sitio 3 de 100 metros para que puedan atracar dos buques Post Panamax simultáneamente. Paralelamente, a pesar del gran relleno que se realizará frente a la ciudad, este sólo sería de 8 hectáreas para acopio al quedar buena parte de la obra expuesta a las marejadas y fuera de la zona de abrigo del molo lo que se replica en la imposibilidad que tendrá una parte del terminal de operar de forma eficiente los 365 días del año.

Hasta el día de hoy, quien se gane la licitación deberá enfrentar la incertidumbre que tienen hoy los pescadores que están en el malecón de la Sudamericana, la  ubicación del dique Sociber y de la flota de apoyo que tiene actividades en el lugar de relleno. EPV se apega sólo al vencimiento de contratos y no mide los impactos sociales y omite que un verdadero puerto no es quien solo potencia un solo rubro (el de contenedores) sino aquel que genera sinergias y obras que permitan potenciar variadas actividades marítimas, eso incluye la naval, astilleros, pescadores, turísticas, de cruceros, deportivas y la misma comercial.

Como complemento, el actual túnel del Acceso Sur sólo posee una capacidad de 100 camiones por hora, cifra que TPS ya ocupa en todo su potencial, por lo que deja en incertidumbre cómo se evacuará los 2000 camiones diarios que pasarán por el Terminal 2 así como el colapso que vivirá el Muelle Prat frente a este tráfico. EPV ni el municipio han confirmado o negado la posibilidad de que el Muelle Prat deba cerrarse a ciertas horas (seguramente de noche) para que se permita el fluido tránsito de camiones entre los dos terminales. Los costos de solucionar el problema de accesibilidad y de mitigar los efectos en el Muelle Prat no están comprometidos para ser financiados por quien gane la licitación del T2, por lo que deberá el Estado pagar el costo de estos; recursos que Valparaíso que se pudieron destinar para la ciudad de Valparaíso en otros fines como la recuperación de los ascensores o del mismo malecón.

A pesar de existir una propuesta alternativa elaborada por TPS que otorga un terminal más eficiente de 1300 metros (ni el Callao ni San Antonio poseen uno con esta característica) respaldada por varios profesionales en temas portuarios, respetando el borde costero, el Muelle Prat y su malecón y que fue difundida por la prensa hace algunos meses, EPV se sigue negando a discutirla por considerarla una amenaza para el plan de inversiones que han elaborado, el cual podría retrasarse si se sientan a discutirla. Por lo tanto, la pregunta que deja EPV es ¿Vale la pena esperar unos meses más si con ello se garantiza un mejor proyecto portuario y urbano para el largo plazo? dado que los efectos de la actual propuesta entregan más externalidades negativas que positivas y su Gerente General Harald Jaeger solo nos deja con su comentario final difundido en el reportaje de TVN sobre la licitación del T2 “Valparaíso se observa desde los cerros y los miradores… si yo fuera ciudadano de Valparaíso, a mi me interesa que sea puerto”.

Manifiesto de Puerto para Ciudadanos

http://www.elmartutino.cl/sites/elmartutino.cl/files/manifiesto_de_valparaiso_sobre_la_licitacion_t2_1.pdf

Reportaje de TVN al terminal 2:

 

 


Comentarios

Imagen de Gino

Este es sin lugar a dudas un

Este es sin lugar a dudas un problema demasiado complejo como para abordarlo desde una arista, o creer tener la razón desde otro punto de vista, también crítico.

En teoría, aunque para muchos siga siendo un cliché, o algo decorativo, Valparaíso tiene ciertas características propias a la transformación de la economía global, dentro de las consideradas ciudades con pasado portuario. Nadie puede negar el contexto latinoamericano, que muchas veces sigue siendo periférico en relación a otras economías.

Sucede que la transformación de las ciudades portuarias en la era global, promueven un  puerto basado principalmente en el cambio logístico, externalización de servicios, eficacia y eficiencia en la cantidad de container, y de la misma capacidad de acogida . Consecutivamente, el impacto hacia la ciudad tiene relación con los servicios que de ahí deriven.

Pero al mismo tiempo, los puertos ya no son puertos de mercancía. Tienen que conciliar economía portuaria, con aspecto identitario que dicha ciudad busca potenciar. Los puertos nordicos, por ejemplo, basan la transfomración portuaria, en conjunto con la economía cultural del arte, la cultura y la infraestructura urbana de servicios ligados a esta. Una parte del puerto, se dirversifica en relación a esto. El llamado Waterfront se diversifica en sus funciones.

Factor Patrimonial. En el fondo, y en teoría el crecimiento portuario no debiera significar una contradicción a la debilitada economía patrimonial, que se reduce a lo arquitectónico y a ciertos circuitos del patrimonio material. El problema está en que no se planteó así desde un principio, y el nodo barón, a modo de ejemplo, representa algo parecido al crecimiento portuario norteamericano, donde las economías de escalas, con grandes conglomerados, son los que intentan activar dichos sectores. Es más bien algo mutante lo que se proyecta en ese sentido.

Factor Portuario. Un problema similar, donde los dardos apuntan al plan rector. Existe un desconocimiento ciudadano, y eso se debe en parte al modo en que ha procedido EPV, de un plan de ampliación que tiene al menos unos 8 años de antiguedad. Este plan, también está en conocimiento por el Gobierno regional desde hace mucho tiempo. El crecimiento portuario, es algo dificultoso de negar y cuestionar, la solución no está en privarlo, sino en haber conciliado las partes que interactuan activamente del borde costero en Valparaíso.  Desde 1980 que el puerto dejó de ser un lugar de actividad económica basada en el empleo. Ahora exige mano de obra calificada y en contraste a eso, Valparaíso posee una mano de obra sin calificación, con baja instrucción, femenina y vulnerable. Ante eso, cabe preguntarse si el modelo de desarrollo a grande escala (Mall, Shopping) es el más fácil de actuvar considerando el "estado del arte" de la población porteña.

Factor económico. 

Un último detalle. No es cierto que Valparaíso comunal haya crecido en cuantoa  sus cifras oficiales, desde 1950 que la ciudad no tiene por donde crecer y sobrepasar las 200 mil personas.  Posiblemente el crecimiento pasa por la población más vulnerable, y en condición de pobreza, muchas de las cifras que no entran en los empadronamientos censales, y ahí ciertamente que llevamos la delantera, siendo una las ciudades con más asentamientos irregulares, aldeas y campamentos.

Es cierto, la ciudad tiene ese perfil económico cultural y turístico en desarrollo, que lo posibilitó de alguna manera la asunción del Patrimonio en el año 2003. Perfil que nunca pensó en como hacerlo democrático al resto de sus habitantes, sin que esto signifique un incremento en las desigualdades, de aquellos que por ejemplo, trabajan como panaderos en el plan de la ciudad, y que jamás podrán instalarse con un hostal o un restaurant del cerro concepción. Ahí también hay patrimonio inmaterial, ¿o no?

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