Por el beneficio de la duda, vuelvo a leer la carta del 25 de julio pasado con la que Paulina Kaplán envió el PDGP al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN). A lo mejor Kaplán y Parot están en la razón y siempre tuvieron en mente un necesario complemento. Sin embargo, la carta lo desmiente. El PDGP, dice Kaplan en la carta, "da cuenta del cumplimiento del compromiso adquirido por el Estado de Chile en relación a que el Sitio Mundial Área Histórica de la ciudad puerto de Valparaíso, reconocido por la Unesco el año 2003, debe contar con un sistema de gestión documentado". 

Como diciendo: con esto estamos o.k.

Pasar "gato por liebre" ha sido la tónica de las políticas de patrimonio cultural de la ciudad.  Hace muchos años que la Municipalidad nos ha querido hacer creer que las torres de departamento serán el patrimonio del siglo XXI; que la gestión del patrimonio no ha sido elitista si no que, al contrario, ha involucrado activamente a vecinos y vecinas; que se está haciendo mucho por resguardar el patrimonio intangible; que las normas urbanísticas en esta ciudad se respetan como "hueso de santo"; que los proyectos del borde costero no amenazan de manera alguna la pérdida de la condición "Patrimonio de la Humanidad"; que el Mercado Puerto está pronto a restaurarse, etc., etc. La lista no tiene fin. 

La noticia entonces no es que los municipales quieran negar las evidencias: en la gestión del patrimonio porteño, ello no hace noticia. La noticia es que la DIBAM simplemente se "cabreó" de comprarse los cuentos patrimoniales del Municipio, justo en un momento en que las repercusiones internacionales de las decisiones de Chile respecto de su sitio mundial deben manejarse con cuidado extremo. La DIBAM notificó por escrito al Municipio que no están dispuestos como Estado a comprarse más cuentos.

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