Alcaldes v/s Contraloría: ¿Liderazgos “frívolos”?

30 Marzo 2020

Las elecciones de abril de 2021 nos permitirán medir y evaluar si las autoridades comunales actuaron bajo pura frivolidad o lograron la contención emocional, simbólica y material de la crisis sanitaria y económica que exige y explicita, con urgencia, la ciudadanía.

Claudio Elórtegui >
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Claudio Elórtegui Gómez

Instagram: @claudioe_compol

La generalización es muy propia del lenguaje político y, por añadidura, del poder. Tanto del que está en el núcleo, como aquel que ingresa a disputar ese poder. Por tanto, no siempre ese lenguaje es virtuoso. La generalización se utiliza, a veces, para provocar cohesión; también, suele caer en juicios reduccionistas. La generalización puede apuntar a muchos, pero para referirse a unos pocos. Puede ampliar el espectro de lo que acontece, para esconder determinadas situaciones que son absorbidas por lo masivo. El lenguaje, por tanto, es estratégico. Y en tiempos de crisis o emergencias como la que vivimos, tiende a hacerse más evidente este rasgo. 

La generalización de la Contraloría hacia los alcaldes por “frivolizar la función pública” debido a la participación recurrente en programas de radio y televisión, sobre todo en matinales, generó un debate que no es menor. Sea frívola o no, la participación de las autoridades públicas comunales en los medios, es necesaria. Y mucho en programas que están congregando audiencias transversales, confinadas en sus casas y que requieren de actualización con su política más cercana, en tiempos de profunda incertidumbre.

Aún más, es imprescindible en medios que permiten una visualización o personalización directa, difícil de manipular por fake news o tergiversar en notas. Incluso, sería un momento oportuno para que los alcaldes y alcaldesas de nuestra región (y de otras regiones más aisladas) también pudieran convivir en el espacio mediático masivo-audiovisual del país (matinales y otros), en vista de que la prioridad suele ser para las figuras santiaguinas y el establishment metropolitano.  

Que los alcaldes cometen errores o imprudencias comunicacionales, por supuesto. Que a algunas y algunos les gustan las pantallas, naturalmente. Que están apareciendo en horarios de trabajo, obvio. Todas cuestiones discutibles y que han sido profusamente debatidas por estos días en diversas plataformas. Sobre estos aspectos, bajo el contexto que vivimos, tiendo a comprender a los alcaldes. Sin embargo, la Contraloría apunta en lo correcto cuando llama al orden de ciertas actuaciones en función del principio de unidad de acción para la superación de la calamidad pública.

Determinadas medidas superaron las facultades de un alcalde, o bien forman parte de las atribuciones de un Presidente o Ministro del área (por tratarse de libertades de la población). La gestión del riesgo requiere que las fuerzas involucradas en las decisiones, junto con la ciudadanía y sus representantes, estén alineadas bajo algún sentido de cuerpo, de acción y reacción, muy coordinada.

Pero lo anterior, no impide que en próximos eventos de emergencia, los alcaldes y las alcaldesas puedan nuevamente unir esfuerzos para invertir, ahora, en innovación para la gestión pública y comunicación política, con la finalidad de persuadir u orientar a los decisores a nivel nacional, pues se sigue evidenciando dificultades para sensibilizarse con las realidades locales.

Por ejemplo, contar con comités de crisis con especialistas científicos ad hoc para los tipos de catástrofes o emergencias, integrar a los especialistas más conectados con los sucesos que afectan al territorio, puede generar un levantamiento de datos empíricos desde las comunas de gran valor predictivo. 

Las alcaldías tienen una ventaja estratégica que ni el gobierno central, ni la Contraloría ni otro organismo del Estado presenta, que es el “cable a tierra” con la ciudadanía inmediata, la que vive la micro-realidad, la micropolítica, esencial para la configuración de políticas públicas coherentes, cercanas, creíbles y fáciles de asimilar. 

Las figuras municipales, con todos sus defectos y limitaciones, independiente del color político, saben que sus respuestas deben estar acordes a lo que demandan sus bases ciudadanas, por lo que la retroalimentación es continua. De no hacerlo, es imposible mantenerse más allá de un periodo administrativo. El desparpajo que por momentos evidencian las figuras alcaldicias, tendrá que ponerse a prueba para los momentos que se nos vienen y en favor de nuestras comunidades con total celeridad.    

Los resguardos y formalidades mínimas para entregar la información, señalado en el dictamen de Contraloría, siempre son necesarios para cualquier ejercicio responsable de la comunicación. Por ende, más que molestarse con “Contralorito”, las alcaldías presentes y futuras deben seguir en la senda de un renovado protagonismo político ciudadano, necesario para que los espacios locales no queden en el olvido. Por supuesto, esto siempre molestará o inquietará un sistema político altamente centralizado. 

La crisis del COVID-19 en Chile, con sus duras características sanitarias, convivirá rápidamente con una de catástrofe económica, sobre todo, laboral. La necesaria parálisis de actividades para la protección colectiva de toda la comunidad, no obstante, golpeará duramente la realidad de los trabajos en las regiones del país y, fuertemente, en nuestra Región de Valparaíso.

El tipo de liderazgo que requeriremos para las próximas semanas y meses en nuestros territorios locales, deberá ser extraordinario. Fuera de la común, tendrá que romper paradigmas. Probablemente, buscará salir, una vez más, de sus limitaciones estructurales (como lo vimos en los acciones de “escucha social” generadas al momento del estallido de octubre) para liderar con las fuerzas vivas de las comunas, procesos que nos otorguen bienestar.

Las elecciones de abril de 2021 nos permitirán medir y evaluar si las autoridades comunales actuaron bajo pura frivolidad, siendo castigados en las urnas, o lograron la contención emocional, simbólica y material de la crisis sanitaria y económica que exige y explicita, con urgencia, la ciudadanía.

El escenario está abierto. Los nuevos liderazgos también.  

 

Foto: Huawei / Agencia Uno