Del humor y otros demonios

04 Marzo 2016

Después de los chistes, la pregunta que queda es: ¿cómo superar la enorme crisis de representatividad y confianza en que está sumida nuestra clase política?

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Por Guillermo Pérez Ciudad, investigador Fundación P!ensa

El humor en el Festival de Viña dio mucho que hablar. Más allá de las críticas de algunos, no hay duda de que los chistes tocaron la fibra de la gente en una época marcada por el desencuentro entre la ética y la política.

El principal talento de un humorista exitoso es su capacidad para decodificar el entorno que lo rodea y ellos lo supieron hacer apelando a la poca credibilidad de la ciudadanía respecto a sus autoridades.

Después de los chistes, la pregunta que queda es: ¿cómo superar la enorme crisis de representatividad y confianza en que está sumida nuestra clase política?

La solución es simple, hay que acercar la política a la gente. Para ello, más que una asamblea constituyente, más que un consejo de observadores ciudadanos, lo que necesitamos es que todos los chilenos, sin discriminaciones territoriales, se sientan valorados y representados democráticamente. Es por eso que la reforma que permite la elección de intendentes es clave para mejorar la confianza. Las regiones podrán ser gobernadas, ya no por quien viene de Santiago como una suerte de Mesías a solucionar los problemas locales, sino por alguien  que conoce las necesidades de su región y que sabe lo que a sus habitantes les hace falta para tener una mejor calidad de vida.

El proyecto que se discute en el Congreso respecto a la elección de la máxima autoridad regional –se llame intendente o gobernador regional- es un gran avance para el desarrollo territorial, pero hay un alcance que es preciso hacer para que el proyecto cumpla con las expectativas.

Si queremos elegir una autoridad regional con peso es necesario que ésta cuente con legitimación ciudadana y estabilidad. Para ello, la elección debe ser mediante el mecanismo de mayoría absoluta y no pormayoría simple como plantean algunos. Es vasta la literatura (y también la experiencia país) que da cuenta de los riesgos que corre la estabilidad democrática al elegir autoridades por poca cantidad de votos. Entre esos riesgos está la polarización política, el caudillismo y el populismo. Esto podría ser demoledor para el proceso de descentralización y dejar a las regiones en un muy mal pie a la hora de exigir traspasos de competencias.

Se apareció marzo y el Congreso abrió nuevamente sus puertas. Esperamos que los honorables noten la importancia trascendental que este proyecto tiene para ellos. Confío en que así será porque, al igual que nosotros, se deben haber dado cuenta que la risa ya no abunda en la cara de los tontos.