[OPINION] La urgencia y los frutos de los acuerdos urbanos en Valparaíso

04 Octubre 2017

Bien sabemos que Ibáñez tiene un controvertido historial, reuniendo todo tipo de comentarios contradictorios y que enfurecen a la ciudadanía. 

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Por Nataly Campusano, candidata CORE Valparaíso, Casablanca, Juan Fernández.

Mucho se ha dicho y opinado acerca de la inédita medida que adoptó el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, al anular los permisos de edificación del proyecto inmobiliario que pretendía construir 713 departamentos en 22 torres en el cerro O’Higgins. Existe una clara postura que va en contra de lo dictado por el decreto alcaldicio que anuló los permisos, la cual se sostiene en el firme argumento de que estos actos detendrán el crecimiento de la ciudad y colaborarán con el crecimiento de la tasa de desempleo. Sin embargo, el proyecto de la Alcaldía Ciudadana fue claro desde un principio: el municipio es y será una herramienta para los porteños que construya la ciudad que ellos quieren.

Estamos de acuerdo en que la política tradicional enfrenta una de sus crisis más grandes en cuanto a credibilidad y confianza del votante, quienes ven una contradicción constante entre las promesas de campaña y lo ejecutado por las autoridades. Aun así, Jorge Sharp ha levantado desde los inicios de su campaña al ciudadano como un articulador clave para liderar los procesos de cambio y evolución de su propia ciudad, y esto compete a los privados que irrumpen en ella.

Si bien sabemos que el sector inmobiliario es dinámico en términos de empleabilidad para la zona, no son precisamente trabajos anhelados. Según un estudio de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad de Málaga, cada diez minutos muere un trabajador de la construcción en el mundo, superando las 200 al año sólo en nuestro país. Cifras como éstas revelan las paupérrimas condiciones laborales a las que se ven expuestos quienes trabajan en este rubro que es tan defendido por el sector privado golpeado hoy.

Además, acorde a estudios realizados en la PUC y vista en nuestra propia realidad, sabemos que más de la mitad de las familias porteñas no pueden acceder a este tipo de vivienda ya que sus ingresos no son lo suficiente como para acceder a estas viviendas, puesto que incluso el público objetivo de los abrumadores proyectos inmobiliarios no se encuentra en los habitantes de la ciudad.

No es sorpresa, por tanto, que los concejales de Valparaíso votaran de manera unánime para brindar su apoyo a los vecinos del cerro O’Higgins en cuanto a sus aspiraciones de asentar un parque botánico en el sector. Este punto de encuentro entre los ediles no es coincidencia, ya que demuestra una evolución en los aires de representación de nuestras propias autoridades, que muchas veces se quedan atrás en la opinión pública por defender los intereses de los privados pero que hoy se decidieron a apoyar la proyección de los porteños, los mismos que votaron por ellos y los legitiman como las autoridades que son y debiesen ser.

La polémica e incansable figura de Ibáñez

Cuando la actual administración municipal se refiere a la ineficiencia de la Dirección de Obras pasada, no sólo apunta a irregularidades detectadas en el anteproyecto, sino que además al poco interés de aquella en vincular el interés de la población de conservar áreas verdes y patrimoniales.

Bien sabemos que Ibáñez tiene un controvertido historial, reuniendo todo tipo de comentarios contradictorios y que enfurecen a la ciudadanía. En primer lugar, es reconocido como un exitoso empresario luego de que vendieran el Líder a Walmart por una cantidad exuberante de dinero. Se declara abiertamente un simpatizante de Pinochet, es reservista del ejército y el principal financista de la Fundación para el Progreso de Axel Kaiser. Maneja sus inversiones a través de Drake Capital, holding que además busca captar recursos de terceros.

Sus negocios se caracterizan, como todo acérrimo empresario, a la maximización de capitales a cualquier costo. Esto significó para sus trabajadores la imposibilidad de formar sindicatos en los supermercados que poseía. Fue esta comunidad la que enfatizó en que “los sindicatos estaban prohibidos” y que cuando tratan de armarse “se despide a la gente o se les cambia de local”. Sin embargo, la situación tomó un giro cuando se realizó la primera huelga de los trabajadores de Papa Johns –empresa también propiedad de Ibáñez- buscando mejoras salariales y de las condiciones laborales. Aún así, Ibáñez no tuvo vergüenza en admitir en una entrevista que “Me preocupa el concepto de los derechos sociales, donde lo que yo hago es simplemente sumarme a un buque me va a resolver todos mis desafíos de la vida. Para mí, no existen los derechos sociales”.

Es principalmente conocido en Valparaíso como el principal accionista de la Sociedad Anónima de Santiago Wanderers a través de la Fundación Futuro, la cual también pertenece al empresario. Consolidó su propiedad gracias al aumento de capital de la SA -el último de $4 mil millones para pagar la deuda- y comprando las acciones del segundo máximo accionista Alberto Eguiguren. Es recordado por haber amenazado en 2015 con la quiebra de la SA tras los incidentes que involucraban a hinchas del equipo con los de Colo Colo, reclamando una deuda. Esto sucede porque Ibáñez presta a través de su propia Fundación dineros para cubrir los gastos de la SA -app. $100 millones mensuales-, los cuales además son prestados a razón de un interés del 4,5%. Es decir, genera las pérdidas y las reclama.

Actitudes como éstas y otras tantas reflejan inagotables intereses en alimentar el capital de los privados en desmedro de los de la ciudadanía, los cuales siempre han visto su origen en el bienestar general de sus habitantes. La planificación de nuestra de ciudad debiese estar en las manos de quienes buscan su bienestar, quienes la proyectan como el lugar clave para desenvolver actividades importantes de su vida y de quienes la ocuparán en el futuro. El proyecto participativo que propone la Alcaldía Ciudadana avanza en el debate urbano y ético del avance urbano de la comuna, proponiendo constantemente una alternativa de edificación amigable e integral, considerando aspectos económicos, sociales, políticos y culturales; con una constante preocupación de hacer vinculante las apreciaciones de los habitantes sin privilegiar ni rechazar a nadie.

La Alcaldía Ciudadana se ha ganado la confianza de los porteños porque no pretende ser la voz de los sin voz, sino que una herramienta que le permite a los mismos articular los relatos para avanzar en la historia de esta gran área metropolitana. Si bien la realización de un nuevo Plan Regulador se hace urgente, es necesario acelerar los acuerdos tanto en proyectos inmobiliarios, planificación del transporte y edificación de espacios públicos, antes de que el avance se haga tan inevitable que no se pueda modificar.