[OPINION] Periplo de la familia Piñera por China y Corea: Las inconsistencias de un Presidente venido a menos

[OPINION] Periplo de la familia Piñera por China y Corea: Las inconsistencias de un Presidente venido a menos

02 Mayo 2019

La controversia suscitada en torno a la inclusión de los jóvenes Piñera y el mentís al discurso meritocrático del Presidente obnubiló, sin embargo, otros problemas de gran importancia que se registraron en el periplo presidencial y que tienen una incidencia muchísimo mayor.

Patricio Rozas >
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Por Patricio Rozas

En la sabiduría popular de los chilenos existe la percepción que los gobiernos de los presidentes que decidieron repetirse el plato no logran resultados más valorados que los obtenidos en su primera gestión. En general, se tiende a pensar que las expectativas que se generaron por una evaluación favorable de una primera administración suelen no verse cumplidas en la administración siguiente, decepcionando a quienes votaron a un ex presidente porque este o esta “lo había hecho bien” o “ya tiene experiencia”, y/ o “sabe a lo que viene y no improvisará”.  Así ocurrió con Arturo Alessandri y Carlos Ibáñez —que dominaron la política chilena durante casi cuatro décadas del siglo XX— y así está ocurriendo con Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, que han hecho lo propio en las décadas recientes y se han consolidado como las figuras políticas más relevantes de sus respectivos sectores en la actualidad.

Pueden enunciarse varios factores que expliquen el incumplimiento de tales expectativas y el desgaste del capital político de cada líder, y desarrollarse una gran discusión al respecto, que se remiten usualmente a factores de contexto. Entre estos los más socorridos son la situación económica y política internacional, la pérdida de cohesión de la coalición política que lo sustenta, el fraccionamiento y/o dispersión del principal partido de gobierno, o algún hecho de naturaleza eventual que no estaba en los cálculos de nadie, como fue el caso CAVAL durante la segunda administración de Michelle Bachelet, que determinó un acelerado deterioro de su gobierno, mermado en la confianza pública y la credibilidad de la presidenta.

Empero, el caso de Sebastián Piñera tiende a ser más grave, no solo por el hecho de obedecer el deterioro de su gobierno al cometido de errores autoinflingidos en los cuales la responsabilidad presidencial es directa, sino por el hecho de comprometer principios republicanos esenciales en la conducción del Estado y que afectan de manera significativa y directa el prestigio y credibilidad del país en el concierto internacional.

Lo más evidente es, sin duda, la recurrente práctica nepotista del Presidente, la cual implementó desde el primer día de gobierno cuando designó a su primo hermano Andrés Chadwick como Ministro del Interior y luego a su hermano Pablo como embajador en Argentina. Ello dio la pauta para  que, en las semanas siguientes, numerosos familiares de los principales ministros o amigos entrañables de Sebastián Piñera desembarcaran en altos cargos de la administración pública (recordemos tan solo el caso de la jovencita que fue designada agregada comercial en EE.UU. con una escasa experiencia laboral en una cadena de retail y que debió renunciar luego de un par de meses de su nombramiento, o del hijo de Chadwick que también debió renunciar en medio de otro escándalo).

La completa falta de pudor del Gobierno quedó expuesta en toda su dimensión cuando se dio a conocer una ley que restringe las prácticas nepotistas con la firma del Presidente y de su primo hermano Andrés, el ministro del Interior. En este sentido, la inclusión de dos de los hijos del Presidente en una delegación oficial que visitó a China y a la República de Corea, para su participación en reuniones sobre materias tecnológicas (rubro al que acababan de ingresar) es solo un acto impúdico más de Piñera, impresentable por cierto, que demuestra fehacientemente que Piñera administra el país y al Estado de Chile como un gran latifundio, donde él, como dueño, puede tomar las decisiones que le parezca, independientemente del barullo que la oposición pueda explosionar.

Varios de los partidos y movimientos opositores presentaron sus requerimientos a la Contraloría General de la República, entendiendo que la presidencia habría incurrido en varios ilícitos de probidad, acentuados por las explicaciones de la ministra vocera que rayan en lo ridículo, como fue el decir que los jóvenes Piñera estaban haciendo “vida de familia” con sus padres o que asistían de “oyentes” a las reuniones que asistieron y que solventaron de su bolsillo el costo de su viaje, lo que implica que la Fuerza Aérea vendía pasajes a privados en un vuelo que trasladaría a la comitiva presidencial. Alguien, con mucho humor, posteó en las redes sociales que había intentado hacer un “check-in” en la página web de la FACH y no lo había logrado. Algunos entendidos asumieron que esta presentación no pasaría de ser un saludo a la bandera y pronto sería una de las tantas anécdotas avergonzantes de este gobierno.

La controversia suscitada en torno a la inclusión de los jóvenes Piñera y el mentís al discurso meritocrático del Presidente obnubiló, sin embargo, otros problemas de gran importancia que se registraron en el periplo presidencial y que tienen una incidencia muchísimo mayor en los destinos del país, los cuales no han sido suficientemente ponderados por la oposición.

En primer lugar, la justificación de la dictadura en China, que Piñera avaló bajo el precepto que cada país tiene el derecho de darse el sistema de gobierno que estime mejor, antítesis de los argumentos dados por el mismo Piñera para justificar las acciones de intervención en Venezuela en pos de la libertad y la democracia, coartadas por Nicolás Maduro. Por cierto, China es un país gobernado por una férrea dictadura en el que no existe libertad de expresión ni de asociación, ni separación de los poderes del Estado, persiguiéndose con ferocidad a la disidencia con penas de cárcel, exilio y muerte, siendo suficientemente conocidas las purgas que de vez en cuando remecen las estructuras del poder. Claramente, un Guaidós no tiene cabida en el régimen chino.

Los juicios emitidos por Piñera sobre los regímenes políticos de China y Venezuela, diametralmente opuestos en los principios orientadores que los definen, dejan en muy mal pie al país, a la consistencia de su política exterior y a su prestigio internacional. Se mira para el lado cuando la dictadura de marras es el principal mercado de nuestras exportaciones y eventual origen de inversiones en nuestro país, pero se hacen gárgaras con la libertad y la democracia cuando el término de la misma puede significar participar en el reparto del botín de un país que tiene más del 30% de las reservas probadas de petróleo. Nunca antes en la historia republicana, la política exterior de Chile había sido conducida sin principios y de modo tan irresponsable, haciéndonos perder toda credibilidad en el concierto internacional.

Otro aspecto fue la exclusión de la comitiva presidencial de Andrés Couve, ministro de Ciencia, Tecnología y Conocimiento e Innovación, de una gira cuya agenda contemplaba de manera principal la búsqueda de acuerdos en estas cuatro áreas. Al respecto, no puede ser ignorado que tanto China como la República de Corea son dos de los países que registran extraordinarios avances en estas áreas y que el acceso a las mismas es esencial para la competitividad de nuestra economía y territorio. ¿Pensó acaso el Presidente que esta necesidad estaba mejor cubierta con la presencia de sus dos hijos “oyentes” antes que con la participación del ministro encargado de estas áreas? Claramente, la señal emitida es la escasa o nula importancia que el Presidente asigna a este conjunto de vectores del desarrollo nacional, a no ser que sus niños sean avezados empresarios del sector.

Y como Piñera siempre puede superarse a sí mismo (lo ha demostrado con creces en diversas oportunidades), también dejó bajo el avión presidencial a Nelson Pizarro, el presidente ejecutivo de Codelco, no obstante las quejas públicas de este, quien manifestó su disconformidad a través de las redes sociales señalando que no podía entender su exclusión en tanto China es el principal mercado de Codelco. Piñera sí incluyó al empresario Andrónico Luksic, cabeza de uno de los mayores grupos económicos del país, con importantes intereses en la minería del cobre. Nuevamente el mensaje presidencial es claro: Codelco no tiene importancia en la estrategia de desarrollo que el gobierno de Piñera está dispuesto a implementar en su gobierno y, así lo espera, en los que lo sucedan. El Estado debe jugar a favor de Luksic y de otros como él, lo que explica que el mencionado empresario sea un descarado “piñeralover” y declare su plena satisfacción por los proyectos más emblemáticos del Presidente, especialmente el de la reforma tributaria. Así de clara es la cosa.

De esta manera, en un solo hecho —la gira presidencial por China y la República de Corea— ha quedado en evidencia la impudicia presidencial en materia de nepotismo, la falta de principios en la conducción de la política exterior, la nula relevancia que se otorga al desarrollo científico y tecnológico, y a la innovación, y el abandono de la principal empresa del Estado a favor del gran empresariado privado local. Sin embargo, los líderes opositores centran la discusión en el costo de los pasajes y de la estadía en China y Corea de los jóvenes Piñera, y a pesar del agravio, Couve y Pizarro se mantienen en sus puestos. ¡Uff!  

Foto: Huawei / Agencia Uno