“Perdió el equilibrio” o la inminente caída de Mario Rozas

“Perdió el equilibrio” o la inminente caída de Mario Rozas

05 Octubre 2020

Anthony Araya no perdió el equilibrio, a él lo trataron de asesinar por protestar, por luchar por un mejor país con más oportunidades. A él le trataron de quitar la vida con tal de seguir perpetuando la violencia de Estado como algo legítimo. 

Pablo Rebolledo >
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“Perdió el equilibrio”. Esto fue lo que el general de Carabineros, Enrique Monrás, dijo cuando tuvo que declarar respecto al claro empujón violento del carabinero Sebastián Zamora Soto que casi mató a Anthony Araya, joven de 16 años que corría de la represión cercano a las orillas del río Mapocho.

Videos de diferentes ángulos, cada uno con más calidad para encontrar los hechos de frente, demostraban que esto fue un intento de asesinato por la violencia policial. Nuevamente Carabineros de Chile, amparado por el Estado y el gobierno, trató de lavarse las manos por otra violación de DD.HH. en nuestro país. Sebastián ya fue enjuiciado durante la mañana del día domingo 4 de octubre, donde se decretó prisión preventiva por el delito de homicidio frustrado.

¿Con qué perdió el equilibrio? El equilibrio se perdió hace años atrás, desde que la impunidad y la sed de sangre ejecutada en dictadura se convirtió en su legado maldito, instaurando el miedo como principal motor de represión.

El equilibrio se perdió cuando torturaron, asesinaron, desaparecieron y amedrentaron al pueblo a punta de balas. Con los montajes contra el pueblo mapuche, con los “suicidios” que ya nadie se compra como antes, dejando familias y causas con un sufrimiento que estará presente para toda la vida. Con Camilo Catrillanca, Macarena Valdés, Matías Catrileo, Gustavo Gatica, Fabiola Campillay, Alejandro Castro y muchos más nombres que llenan la lista de caídos.

Anthony Araya no perdió el equilibrio, a él lo trataron de asesinar por protestar, por luchar por un mejor país con más oportunidades. A él le trataron de quitar la vida con tal de seguir perpetuando la violencia de Estado como algo legítimo. Ahora, encontrándose estable, si no fuese por la ayuda de los bomberos, de manifestantes que bajaron a auxiliarlo arriesgando su integridad, él sería una víctima más de este sistema.

La institución nuevamente miente sin vergüenza, usando sus medios masivos para esparcir la mentira como su único y desesperado intento de seguir existiendo, porque la verdad ellos mismos deben saber que la justicia, esa que ellos mismos nunca cumplirán, les va a caer encima, y acabarán con sus cimentos creados en base del terror. Es la inminente caída de la institución, tal vez próxima, más lejana lo más posible, pero este se está convirtiendo en el último respiro ante años de violaciones a los derechos humanos e impunidad. Pero, sobre todo, Mario Rozas debe renunciar.

Foto: Huawei / Agencia Uno