Un modelo de negocio altamente delictivo: 100 para mí, 1 para todos ustedes

Un modelo de negocio altamente delictivo: 100 para mí, 1 para todos ustedes

13 Julio 2020

¿Cuál sería nuestro peor error, nuestra peor derrota? Imitar la mentalidad y las conductas del tan criticado bandolero grosero. Otro mal educado más para el país y este mundo.

Horacio Silva Duarte >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Cuando algo está mal concebido, cuando su creador es malicioso, aplicando criterios de estafa a sus clientes, tarde o temprano ese negocio se caerá. La ley natural siempre exige equilibrio y cuando ese equilibrio es violentado por un patán, las aguas al igual que los huesos se recomponen y vuelven a su estado natural, a lo no forzado que beneficia a la mayoría y no a uno solo.

Por lógica, sensatez y sentido común, tú a tu idea de negocio no debieras incorporarle criterios delictivos para obtener tu justo lucro. El problema es que personas o grupos de personas sí aplican criterios mañosos para apoderarse de lo ajeno, de lo que no les corresponde, pasando la línea roja de las utilidades honestas, en todo momento comunicando una promesa de venta que se publicita una y mil veces, pero que ya nadie cree debido a que la mayoría de las personas ya conocen los factores subrepticios del engaño comercial, tal como el mago enmascarado que en su programa de tv ha revelado todos los secretos de la “magia”.

Los casos son muchísimos, desde las Afps hasta la pesa arreglada en un negocio chico. Si a ese pequeño comerciante tramposo lo pusieras en un alto cargo de un banco, afp o retail, también engañaría a sus clientes, trabajadores y jubilados. ¿Qué quiero decir con esto? Que debemos comenzar por casa, siendo educados en todo el sentido de la palabra, no engañando a quien confió en nosotros y nos eligió como su proveedor de algún servicio, producto o lo que sea. En Chile esa frase “en este país todos te roban”, la compañía de agua, de luz, el taxista, la farmacia, el banco, la multitienda, etc, se ha normalizado a tal punto que uno de verdad siente que vive en un país donde todos son deshonestos.

¿Qué podemos hacer al respecto? Lo primero creo, es dejar de ser cliente del bandolero con apetito descontrolado, eligiendo a un proveedor honesto y educado socialmente. Lo segundo es informar a las personas de tu entorno para que no sigan cayendo en las estafas del timador. Ese timador sin empatía y grosero que contumazmente no eliminará los componentes secretos, altamente delictivos de su negocio ya que se acostumbró a ellos, poniéndole el pie encima a sus clientes, no estando dispuesto a ceder utilidades generadas con dolo y falta de control externo.

¿Qué hacemos cuando el bandolero avaricioso es un monopolio y único-obligado proveedor? Uff, compleja pregunta con compleja respuesta, que en mi calidad de ciudadano común y corriente puede responder que en ese caso, todos debemos presionar al Estado por distintas vías para que este órgano que se supone nos incluye y representa a todos, convierta en leyes duras el juicio social sobre ese negocio sucio e ilegítimo, imponiendo implacablemente todo el peso de la ley sobre el delincuente que camufladamente nos roba la plata a través de su negocio oscuro, escudándose en la libertad económica que yo denominaría libertinaje económico en este caso. 

¿Cuál sería nuestro peor error, nuestra peor derrota?

Imitar la mentalidad y las conductas del tan criticado bandolero grosero. Otro mal educado más para el país y este mundo.

Obra de PIGUAN, dentro del proyecto La Calera en Colores, 2018