Estimado señor Warnken:

Hemos leído, con sorpresa y molestia, su carta dirigida al Ministro de Salud, Dr. Enrique Paris, el pasado 30 de enero, publicada en la sección Cartas de Cristián Warnken en revista Pauta. En ella, usted realiza un análisis simplista y equivocado respecto al grave problema de malnutrición que afecta al mundo, y en especial a nuestro país. Usted centra el problema responsabilizando a los individuos, aun cuando está científicamente comprobado que tanto el modo de alimentarnos como el estado nutricional de las personas dependen de las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales en las cuales viven y trabajan.

Chile enfrenta una crisis alimentaria que se ha profundizado en los últimos años, en que el 74% de la población adulta y el 52% de los niños presentan sobrepeso y obesidad. Por su parte, un 15,6% de la población chilena tiene algún tipo de inseguridad alimentaria, con un 3,8% de inseguridad alimentaria severa. Observando las cifras con perspectiva de determinantes sociales son las mujeres, las personas con menos años de escolaridad y las personas que habitan en territorios rurales quienes sufren con mayor fuerza el flagelo de la malnutrición, por déficit y por exceso. Al menos un tercio de la población chilena, antes de la pandemia, no podia financiar una alimentación saludable, lo que evidencia la gran desigualdad al acceso y su consumo, lo que a su vez es dependiente, en gran medida, de la forma en que los alimentos son producidos, distribuidos y comercializados en el país. 

La invitación que usted hace al ministro Paris debiese transformarse en un llamado al Estado, y al sector privado, a generar las condiciones que permitan a las personas tener una vida digna y sana, resguardando el derecho a una alimentación nutricionalmente adecuada y suficiente. Para ello, es necesario consagrar el derecho humano a la alimentación adecuada, derecho que se relaciona tanto con la seguridad alimentaria como con la soberanía alimentaria, toda vez que pretende asegurar a las personas el aceso a la cantidad y calidad adecuada de alimentos saludables, sin discriminación de ningún tipo y con pertinencia cultural. Además, es necesario fortalecer la producción nacional agropecuaria y pesquera, especialmente de la agricultura familiar campesina y pesca artesanal, para construir sistemas alimentarios justos, saludables y sostenibles. 

Compartimos con usted la urgencia de abordar este grave problema, pero desde una dimensión social, cultural, económica, político y no tan solo de salud pública. Lo invitamos a pensar y a entender las causas de este grave problema y, con honestidad y valentía, denunciar a los verdaderos responsables. De nada nos sirve a los chilenos que su mirada se pose en los efectos y culpe irresponsablemente a quienes son las víctimas.

Desde nuestra huerta,

Corporación Actuemos