Conversamos con ella para sobre cómo comenzó todo, la importante falta de un Plan Director y lo bueno y lo malo de estos 10 años. 

¿Cómo comenzó a gestionarse esta postulación?

Esto viene de bastante atrás. A partir de un tema académico, por muchos años se estuvo preparando un marco de datos y trabajo silencioso de investigación. Entre ellos Myriam Waisberg y yo.

Luego del cabildo ciudadano de 1991 la ciudadanía exige a las autoridades, en ese caso al alcalde, que el patrimonio sea protegido. En 1993 se manda a hacer un estudio seccional para incorporar el tema patrimonial en el plano regulador, el cual comenzó con las conclusiones del cabildo.

Yo estuve a cargo del primer plano seccional que incorporaba el patrimonio al plano regulador. Después de muchas discusiones y presentaciones al concejo se aprobó tras 4 años, donde se incorporó una zona de conservación histórica en el plano regulador que corresponde al área que más tarde fue declarada como sitio patrimonio mundial.

En 1995 se reconoce que Valparaíso tenía condiciones para ser declarado Patrimonio de la Humanidad, y le piden al alcalde que se hiciera los trámites de postulación, pero eso quedo ahí porque aún estábamos haciendo el seccional.

Nuestros pares nos decían que están haciendo esos estudios para proteger casas viejas, quieres transformar la ciudad en un museo. No podían entender, costo mucho dar a conocer este tema, para dar una mejor calidad de vida a las personas.  Fue difícil el camino.

En 1998 el alcalde y el concejo municipal arman una unidad técnica dirigida por mí, para empezar el proceso de la declaración por primera vez. No había conciencia, porque no había antecedentes de otras ciudades declaradas por la Unesco en Chile.

Los expertos en patrimonio nos dijeron que Valparaíso tiene condiciones universales, valores universales sobresalientes únicos que lo hacen ser declarado como Patrimonio de la Humanidad, pero no sacan nada con tener esos valores patrimoniales importantes si no tienen una gestión.

Ahí, salió el tema gestión, que significa tener todas las herramientas y acciones para lograr esta finalidad, urbano, arquitectónico, social, comunidad, etc.

Entonces el 2001 fue ingresado pero eran solo promesas, hasta que se complementó el expediente con temas reales como subsidios, recuperación de los espacios públicos, bienes nacionales estableció circuito patrimoniales, entre otros. Con eso se mandó el archivo el 2002, hasta el 2 de julio donde Valparaíso quedó inscrito en la lista de patrimonio mundial.

¿Qué hay de cierto que la Unesco no estaba convencida de declarar a Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad por la carencia del Plan Director?

El Plan Director era parte de las gestiones que faltaban y que sigue faltando hoy en día. Cuando hablamos de los perros vagos, de los graffitis, son todas gestiones que faltan, que están ahí todavía. Observaciones que ICOMOS realizó en ese tiempo, y aún existen.

¿Por qué cree que este Plan Director aún no se concreta?

En el 1998 se hicieron las bases del Plan Director, donde nadie estaba interesado en el tema, pero después todos querían participar produciendo una avalancha de gente que querían cosas.

Yo dije no puede haber una sumatoria de iniciativas que no están integradas, no tienen una finalidad común ni están organizadas, eso se llama Plan Director y estaba establecido en la Unesco.  Se necesitaba un plan maestro que dirigiera todas las acciones de forma integrada, las ordenara, clasificara, etc.

¿Considera que el trabajo de PRUDV fue un aporte para lograr este objetivo de desarrollar un Plan Director de Valparaíso?

Se acordó en la declaratoria el 2003, la municipalidad fue siempre quien lideró esto, inmediatamente el plano regulador se debía modificar. A mí me pareció bien, pero estamos frente a un Valparaíso patrimonial que intenta resguardar sus valores, tan intangibles como el derecho a vista por ejemplo. Pero las torres se escaparon, porque los mecanismos para aprobar un plano regulador son lentos, a pesar de que se realizaba mediante seccionales.

Mientras se hacía una modificación de un lado, aparecían edificios en Placeres y Esperanza, si se hacían en Placeres y Esperanza estaban saliendo las torres en Playa Ancha.

La construcción de torres, un interés que nunca había surgido en Valparaíso, subieron de un viaje provocando una invasión de torres que perjudica el paisaje especial que caracteriza a la ciudad patrimonial.  

¿Qué destaca de lo que se ha hecho?

El principal logró fue obtener la declaración, pero después viene una etapa netamente de gestión. Yo pienso que no hay una cultura de gestión para llevar a cabo esta tarea tan importante.

Para mí los logros me parecen muy pocos, para mí sería la modificación del plano regulador parcial, pero no alcanzaron a  impedir todas las torres. También turismo cultural, que ha sido un proceso lento y enfocado solo en los cerros Alegre y Concepción.

Como proyectos puntales destacaría el Centro Cultural ex cárcel, la Población Obrera, el Palacio Cousiño y muchos edificios que fueron restaurados gracias a Corfo para ser utilizados como hotelerías.

¿Qué recomendaría a las autoridades en estos siguientes años para reforzar y mantener este reconocimiento?

A la ciudad le falta mucho, esta ciudad no refleja el estándar o categoría de una ciudad patrimonial como está señalada, como espacios públicos, perros vagos, grafitis, edificios. Todo eso está igual. El plan director todavía está pendiente.

Faltan programas de conservación, monitoreo que los espacios y proyectos no se deterioren, el tema patrimonial aún no se cumple en su totalidad.

Desde mi punto de vista, la creación de una corporación es tremendamente necesaria, lo cual señalé hace 10 años atrás. Hoy debe haber una acción más integrada de las universidades también.