Apología porteña del parche: Mejoramiento del acceso al Puerto de Valparaíso y planificación urbana

Apología porteña del parche: Mejoramiento del acceso al Puerto de Valparaíso y planificación urbana

11 Marzo 2020

Lo que falta es una mirada y visión de conjunto que permita conectar el muelle Prat con la Plaza Sotomayor, ésta con la Plaza Echaurren y, más aún, con la Plaza Wheelwright o Plaza Aduana y, si no es mucho pedir, con la entrada del ascensor Villaseca

Sebastián Sepúl... >
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Por Sebastián Sepúlveda Manterola 

Hace pocos días muchos porteños nos informamos de algunas de las medidas de mitigación y compensación relacionadas con el mejoramiento de la accesibilidad al Puerto de Valparaíso que se encuentra en proceso de evaluación ambiental. Obras que consideran el mejoramiento del acceso sur y del tramo vial entre el Terminal 1 y el futuro Terminal 2 con una inversión aproximada de US$ 50 millones.

Uno de las más importantes medidas de mitigación es el soterramiento del paso de vehículos pesados por el sector del muelle Prat y su completa remodelación para darle continuidad desde la Plaza Sotomayor. Otras medidas son la generación de un paseo peatonal continuo entre los ascensores Artillería y Villaseca, la habilitación de un espacio deportivo (skate park, muro de escalada, etc.) bajo el viaducto que sale del cerro Artillería y la restauración del sector exterior de la estación superior del ascensor Artillería y el paseo 21 de Mayo.

Hasta aquí todo más o menos razonable. No obstante, llama la atención que la propuesta de EPV no se vincula a ningún plan mayor de recuperación de los espacios públicos y, en general, del sector fundacional de Valparaíso como epicentro del Sitio del Patrimonio Mundial. Sorprende más aún la atávica incapacidad institucional (municipal, regional, nacional) de generar una solución coordinada para una de las zonas más importantes del patrimonio cultural nacional. 

Hace 20 años terminó la anterior remodelación de la Plaza Sotomayor y el estado ruinoso que presenta en la actualidad no sólo es reflejo del paso del tiempo sino de una pésima ejecución de las obras, con baldosas (literalmente) de baño para el piso de esta céntrica y transitada plaza porteña. ¿Cómo es posible que tanto los ministerios, como EPV, el gobierno regional y el municipio no puedan coordinarse para dar una solución urbana y arquitectónica integral para uno de los ejes más relevantes de conexión del puerto y el mar con la ciudad y el Sitio del Patrimonio Mundial de Valparaíso? La solución planteada por EPV llega, milimétricamente hasta el borde del puerto (oficinas de aduana). Hasta ahí la ciudad contará con pisos y mobiliario urbano renovado. Un paso más allá seguirán los cráteres, las baldosas sueltas, los parches de asfalto, etc.

Las medidas de mitigación para el sector bajo el viaducto presentan un problema similar. ¿Qué incentivos tendrán los jóvenes skaters para reunirse en un rincón oscuro, con alto tránsito, ruido y contaminación, desconectado y alejado de sus centros usuales de reunión y recreación y que probablemente terminará transformado en un peligroso y nauseabundo meadero al aire libre como tantos otros lugares de Valparaíso?  

En la propuesta de la Empresa Portuaria de Valparaíso se extraña un compromiso más sólido y duradero con el desarrollo del sector fundacional de la ciudad y del puerto que le da origen, multimillonarios ingresos y razón de ser a la empresa estatal. Más incomprensible aún después del abandono del proyecto de recuperación del Palacio Subercaseaux en calle Serrano donde pondrían sus oficinas centrales y que involucraba una inversión estimada de $11 millones de dólares. EPV es una de las pocas instituciones locales con capacidad de planificación y ejecución con mirada de mediano y largo plazo y es lamentable que se reste del desarrollo del sector.

Pero el tema más de fondo y permanente es quién se hace cargo de la planificación y desarrollo del Sitio del Patrimonio Mundial de Valparaíso. El municipio ha dado sobrada evidencia de incompetencia y de que es una de sus últimas prioridades pese a que es el administrador del sitio. Vamos a cumplir 17 años sin un mínimo Plan Maestro y/o Plan Director de Gestión Patrimonial. Las iniciativas municipales tardan una enormidad y sus resultados, una vez concretadas, son de dudosa calidad e impacto como lo ha sido la, hasta ahora, fallida reapertura del Mercado Puerto sin siquiera un mínimo plan de gestión. El edificio Tassara – Liberty, al frente de la Plaza Echaurren cumple 12 años como propiedad municipal sin mayor mejora ni proyecto de restauración. 

Los ministerios tampoco lo han hecho mucho mejor. Siete años tardó el Ministerio de Obras Públicas en restaurar el ascensor Cordillera desde su compra a privados el año 2012. El publicitado edificio del Centro Interdisciplinario de Neurociencias lleva más de 10 años desarrollándose y hasta ahora no se ha puesto ni una sola piedra. 

La instalación de la Fundación Santos Chavez en una antigua casona restaurada en calle Cajilla es una de las pocas iniciativas que se han logrado concretar últimamente en el sector, además impulsada por organizaciones de la sociedad civil, pero corre el riesgo de ser una gota en el desierto en medio del masivo y profundo deterioro imperante. 

Pero, más allá de estos aspectos, lo que falta es una mirada y visión de conjunto que permita conectar el muelle Prat con la Plaza Sotomayor, ésta con la Plaza Echaurren y, más aún, con la Plaza Wheelwright o Plaza Aduana y, si no es mucho pedir, con la entrada del ascensor Villaseca, prácticamente ignorada en un lejano y oscuro rincón del plan de la ciudad. En este sentido, mucho más importante que construir un skate park y muro de escalada probablemente destinados a priori al abandono, inseguridad y/o irrelevancia sería darle un nuevo uso a los 3 antiguos almacenes fiscales que están en terrenos portuarios, hoy utilizados como centro de abastecimiento de la Armada. Con sus cerca de 24 mil metros cuadrados podrían integrarse a la ciudad y convertirse en un extraordinario polo de dinamismo económico, cultural y social para todo Valparaíso con incubadoras de negocios, talleres de artes y oficios, galerías y espacios culturales, equipamiento comunitario, oficinas públicas, hoteles y servicios turísticos y/o espacios gastronómicos, entre otros. Basta recordar que el (ahora ex) polo tecnológico de Curauma tenía ¼ de esa superficie (6 mil metros cuadrados) y el Parque Cultural Ex Carcel de Valparaíso posee cerca de 10 mil metros cuadrados construidos.

La recuperación y desarrollo del Sitio del Patrimonio Mundial requiere una mirada integral, donde el todo sea más que la suma de sus partes. Iniciativas aisladas como la recuperación del Mercado Puerto o el Centro Interdisciplinario de Neurociencia no tienen mayor impacto ni relevancia si no se integran y coordinan en una planificación mayor que conecte el pasado con el futuro del Barrio Puerto. Planificación que incorpore y proyecte sus dimensiones sociales, culturales y económicas poniendo en primer lugar el bienestar de sus organizaciones y habitantes actuales de modo tal que permitan también atraer nuevos residentes, inversiones, equipamientos, instituciones y servicios. 

Hace demasiados años se conversa sobre la creación de una Corporación Público privada con patrimonio propio que se pueda hacer cargo de manera seria, técnica y responsable de la planificación, inversión, desarrollo y gestión del Sitio del Patrimonio Mundial de Valparaíso. Es evidente que la institucionalidad compartimentada, inmediatista y oportunista actual no da el ancho. 

Dentro de esta nueva Corporación público privada de desarrollo claramente deberían estar presentes el municipio, la Intendencia, el Ministerio de la Cultura, la Armada y la Empresa Portuaria de Valparaíso pero también, indudable, asociaciones de comercio local, organizaciones vecinales y otros actores relevantes de la sociedad civil como la Corporación La Matriz o el Centro para el Desarrollo Urbano Contemporáneo (DUC). Claro que es posible. Más aún, es urgente.