Aysén: Aguas que impregnan nuestros espíritus

Aysén: Aguas que impregnan nuestros espíritus

02 Junio 2011

La vida cotidiana en estos sectores aledaños a los ríos no es de paseos familiares a grandes centros comerciales, sino más que nada es una vida donde cada persona se empapa del paisaje que los rodea.

Hugo Pérez White >
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Mirado desde el punto de vista economicista es indudable que el uso de las aguas que existen en la región de Aysén son de un valor incalculable en cuanto a rentabilidad para quienes hagan uso de ellas, pero, mirado como simple ciudadano, la retribución es netamente sentimental, por lo tanto, no tiene un valor pecuniario ni nada que se le parezca.

Se trataría –solamente- de la satisfacción que produce el tener un contacto visual con la naturaleza, el poder observar el vaivén de las aguas cristalinas que corren a raudales en sus frondosos ríos y el placer espiritual que produce el jugueteo de sus olas cuando chocan con las rocas  que le obstruyen su paso y se levantan airosas como gallos de pelea cuando se encrespan en sus disputas de corral en defensa de su primacía.

La vida cotidiana en estos sectores aledaños a los ríos no es de  paseos familiares a grandes centros comerciales como ocurren en las grandes ciudades, sino más que nada es una vida contemplativa donde cada persona se empapa del paisaje que los rodea, observan sus cerros, ven caer la lluvia que moja los rostros de los niños que juegan tranquilamente en las calles, actividad que todavía se puede hacer en todos los lugares de la región cuya tranquilidad  no debiera perderse nunca.

Las tardes domingueras cuando el sol se acuerda que también se le necesita en estos alejados rincones de la tierra, permite que las familias abandonen el descanso de los fines de semana y salgan de sus casas a caminar y observar  sus ríos que están ahí, ofreciéndoles sus frías aguas para compartir con ellos la libertad que bulle a borbotones y las fotos iluminan el espacio captando las escenas más brillantes de ese atardecer que la naturaleza ofrece al caminante.

Viene a mi memoria el apoyo solidario dado en varias  ciudades del país y del mundo cuyos habitantes ni siquiera conocen Aysén y pudimos observar en imágenes televisivas a niños, jóvenes y adultos  reunidos con pancartas alusivas en plazas y calles apoyando a los habitantes de la patagonia chilena en su lucha por defender las aguas de sus ríos que por  una eternidad han estado formando parte del paisaje de la región y que por una razón u otra no la queríamos ver y ahora que quieren transformar nuestro entorno natural construyendo grandes represas nos damos cuenta de su importancia y enorme valor sentimental que las aguas de los ríos tienen para nuestras vidas.

Una sola vez he realizado el viaje desde Coyhaique hasta Cochrane y fue más que suficiente para recordarlo permanentemente y debo manifestar que pese a las ocho horas que duró el trayecto no despegué la vista mirando por la ventanilla del bus el serpentear de numerosos ríos y quedé impresionado cuando a mitad de camino nos encontramos junto al río Baker, una maravilla de río que con sus aguas color turquesa nos traspasaba los sentimientos.

Esa alegría se produce al estar en contacto directo con esa naturaleza salvaje que nos rodea a cada instante y que forma parte de nuestras vidas, no tiene precio y esa belleza privilegiada hay que conservarla así, por toda una eternidad.