Espacios públicos de calidad en Valparaíso

Por Tomás Villarroel, investigador Fundación P!ensa

Los recientes asesinatos de un locatario en Playa Ancha y de un cabo en Caleta Portales son sintomáticos de los problemas inseguridad y de drogas que aquejan a la sociedad chilena de hoy. El crimen de Playa Ancha también lo es de las problemáticas que afectan a Valparaíso.

Es cierto que una de sus causas, la drogadicción aducida por los propios vecinos del sector, es un problema-país que trasciende el ámbito comunal y que debe ser atacada a través de políticas diseñadas por el Ejecutivo y el Parlamento. El intercambio verbal entre el alcalde y el prefecto de la policía, en cambio, no sólo revela una descoordinación importante, sino que refleja un hecho preocupante: la ausencia de visión, de un proyecto de ciudad.

La proliferación delictual en calle Esmeralda -antes flamante arteria comercial, financiera y hotelera-, es otra cara más de la misma medalla: la del deterioro a los que han sido abandonados los espacios públicos de la ciudad-patrimonio. La precarización de la vecina plaza Aníbal Pinto y calles aledañas es más de lo mismo. El menoscabo de los espacios públicos urbanos ciertamente es responsabilidad directa de los que delinquen, rayan o ensucian.

Pero también de las autoridades elegidas (municipio) o designadas (gobernación e intendencia) para evitar tal perjuicio. Es conocido que espacios deteriorados incitan a la conducta antisocial y que el círculo de delincuencia, rayados y basura se perpetúa. Es de esperar que en las próximas elecciones comunales -esta vez sí- haya proyectos de ciudad holísticas en competencia.

Hasta ahora no se ven luces en el horizonte. Por lo menos de parte de los partidos establecidos. Esto le abre, sin duda, un espacio importante al Pacto Urbano La Matriz.