HidroAysén y el pueblo: No somos ecologistas, somos ayseninos

18 Mayo 2011

La empresa pensó que al llegar a Aysén encandilaría a los ayseninos con sus promesas y con su visión, pero fue todo lo contrario, solo causó repulsión.

Andrés Gillmore... >
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Por Andrés Gillmore-secretario y vocero Corporación costa Carrera-Cuenca del Baker-Aysén-www.costacarrera.cl

 

El lunes 9 de mayo a las 18:00 horas se produjo un gran movimiento en el país que cambió para siempre la visión de los chilenos de los protocolos de evaluación medioambiental y de lo que significa de verdad para un país respetar estos procedimientos y, sobre todo, el entendimiento  de la significancia de la última frontera ambiental del país como lo es la región de Aysén.

A esa hora en la región de ese día lunes fatídico para Aysén en su capital Coyhaique, un grupo de seremis miembros de la comisión evaluadora SEA (servicio de evaluación ambiental) decidía aceptar las presiones del gobierno y a pesar que los informes emanados por las representaciones públicas que ellos mismos representaban, decían que el proyecto de la empresa HidroAysén no reunía las condiciones para su aprobación y las consecuencias para los habitantes de la región serian nefastas para siempre, este grupo de profesionales en un acto totalmente fuera de orden y ética, se metieron a las patas de los caballos metiéndose al bolsillo toda la constitucionalidad vigente, ya que se supone y el sistema funciona basados que estos seremis actúan en conciencia y haciendo caso omiso de ello aprobaron unánimemente el proyecto, a pesar de sus falencias y sus omisiones. A esa misma hora se dio el inicio de una sublevación del país por completo ante tamaña injusticia, donde desde todos los rincones se alzó la voz para dar cuenta del ilícito que se había cometido en contra de Aysén y del país, aprobando el represamiento de los ríos Baker y Pascua por parte del grupo económico COLBUN-MATTE miembros de ENDESA,  hoy de capitales italianos (ENEL) que a su vez son los bancos, las AFP, RETAIL, más las familias involucradas, que son los mismos controladores apoderándose del 80 % de la generación de energía, en el mayor monopolio del país, transformándose en uno de los mayores “tongos” gubernamentales realizados públicamente por un gobierno hasta este día, para sacar adelante un proyecto, sin tener este proyecto la condición mínima operacional para salir adelante.

Fue instantánea la reacción en Aysén, los ayseninos se sintieron irrespetados, maltratados y pasados a llevar por un fallo que no nos consideró en lo absoluto, que puso de manifiesto, una vez más, cómo el centralismo es capaz de sacrificar a las regiones en pos de objetivos que nada tienen que ver con la realidad regional; en Aysén hasta el final tuvimos la esperanza de que el sentido común y la ética prevalecería, sobre todo, considerando que dentro de la comisión evaluadora estaban varios hijos de la región, nacidos y criados bajo el cielo aysenino, que se suponía tendrían al final una actitud consecuente, que no se espera de un afuerino pero si de un local, ya que cuando uno asume un cargo político, no es un trabajo como cualquier otro, es un compromiso de velar por el desarrollo de la región y de sus habitantes ante todo, ése es el objetivo primordial que tienen estas labores y, de verdad, el fallo sorprendió a toda la comunidad, sobre todo de gente que ha hecho su vida en la región y que -increíblemente- no le importó de cometer tal acto; algo de verdad que hace reflexionar a muchos, sobre donde tienen que estar nuestras verdaderas lealtades finalmente, si en la ideología, el partido, tu región o en la verdad misma, y se aplica la frase del senador Antonio Horwarth ante su posición contraria al proyecto, que abre una proyección real y que resumió de una manera magistral el momento y la postura al decir “ soy leal, pero no incondicional” y en ella está la gran verdad por la cual nos debemos guiar y tenemos que tener el criterio para plantearlo.

En una región en la cual nos conocemos todos y todos sabemos que número calzamos estos actos que van en contra de todo lo que hemos pregonado desde Aysén.

La mañana del 9 de mayo a eso de las 11 hrs, se supo por gente que estaba ligada a negocios con HidroAysén, que dependían del proyecto para concretar sus intenciones, que el proyecto ya estaba aprobado y lo festejaron 7 horas antes y nosotros en Aysén pensando que teníamos una oportunidad.

Hoy los poderosos que creen que su verdad y su visión son las que valen, en perjuicio del resto de la ciudadanía, hicieron caso omiso de toda una región y de toda una ciudadanía que vieron como en sus narices se les engañaba y se los pasaba a llevar, llamándolos despectivamente  como “ambientalistas” mote usado por HidroAysén, que más recuerdan a los protocolos usados en la Alemania de los años treinta, para encasillar a ciertos movimientos de ese entonces, criterios  que, por lo demás, han sido usados en especial por su director ejecutivo Daniel Fernández y su mano derecha en terreno en Aysén, el sociólogo Moure, bagaje con que llegaron a la empresa como parte de una estrategia de demonización hacia los contrarios al proyecto y que en muchos de los ciudadanos superficiales que no profundizan, que creen todo lo que escuchan en la TV se lo han comprado a la empresa, que lo han usado como un calificativo despectivo, que de verdad no se conlleva en lo absoluto con la verdadera intención de ser un ambientalista, que es un grupo de gente u organización, que ve el desarrollo social, económico y cultural de una nación, como un todo, donde la armonía de todos los participantes es lo más sustancial, como el eje de la asimetría necesaria para conseguir un desarrollo consecuente y de significancia, que permita mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Pero la realidad de Aysén es tan diferente de todo eso, que no se ajusta ni siquiera a estos vocablos y acepciones tan positivos por lo demás, donde la verdad de nuestra realidad se resume en que, NO SOMOS AMBIENTALISTAS, SOMOS AYSENINOS y en ello está nuestra diferencia, que entre otras cosas podríamos ser ambientalistas, pero somos eso y mucho más.

Un aysenino es un hombre que por naturaleza tiene un vínculo total con su territorio, con su tierra, ese vínculo es lo que lo guía en su forma de actuar ante él y los demás y a desenvolverse en el medio que lo rodea, bajo esa consecuencia que se manifiesta en su cultura, su vida, su forma de desarrollo y su significancia, en un todo armónico ante la forma de vida que eligió o que le llego por nacimiento, porque ser aysenino es un sentimiento que va mucho más allá de ser un ambientalista, ésa es la esencia de un alma aysenina y ha sido el gran problema de la empresa HidroAysén.

La empresa pensó que al llegar a Aysén encandilaría a los ayseninos con sus promesas y con su visión, pero fue todo lo contrario, solo causó repulsión y se conceptualizó formalmente cuando Daniel Fernández, poniendo todo su bagaje intelectual para justificar su intromisión en la vida de Aysén, se llenó la boca argumentando que Aysén se merecía el mismo desarrollo de Santiago, lo que enterró para siempre la visión de los ayseninos ante el proyecto y demostró que no entendía nada de nada, ya que Aysén no se merece el mismo desarrollo de Santiago.Por ningún motivo, Aysén se merece un desarrollo a la aysenina, con consecuencia, significancia y vínculo hacia el territorio, las personas y su calidad de vida que es demostrado por su cultura y su forma de hacer.

Las verdaderas verdades tienen su propia proyección, su propia vitalidad, su propia energía, que hacen que estas tengan vida propia y se desarrollen en consecuencia, de acuerdo con los procesos de una nación y sus presupuestos de desarrollo; hoy la gran verdad de Aysén es que el proyecto pretendido por HidroAysén, no se ajusta a los parámetros con que se pretende poner en acción y lograr el tan ansiado desarrollo, ya que el solo hecho de implementarlo hará que nos desviemos del verdadero camino, que es la búsqueda de un objetivo real que nos haga ver la luz al fondo del túnel y que esa luz nos ilumine a todos y no solo a algunos y que esa luz tenga la capacidad de mantenerse en el tiempo.