Inseguridad alimentaria

22 Mayo 2020

La pobreza y la desigualdad limitan el acceso a bienes y servicios esenciales, como lo son los alimentos, y por ello la importancia de trabajar en medidas a corto, mediano y largo plazo que ayuden a las personas a sobrellevar los efectos económicos de esta pandemia.

Sofía Bustos >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

La pandemia causada por el COVID-19 repercutirá́ en un incremento del hambre y la pobreza en los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), según un informe elaborado por la Food and Agriculture Organization (FAO).

El mismo informe indica que los mercados internacionales tienen reservas suficientes para alimentar de forma adecuada a sus habitantes en los próximos meses, siempre que estos recursos sean administrados de manera adecuada ya que la disrupción del comercio internacional de alimentos es un riesgo latente. El principal desafío en el corto plazo entonces es garantizar el acceso a alimentos a la población que está cumpliendo con las medidas de seguridad sanitaria (de manera voluntaria o como medida implementada por la autoridad), especialmente para quienes han perdido su fuente de ingresos. 

La crisis sanitaria compromete el nivel de empleo, y con ello los ingresos familiares y la seguridad alimentaria. Estos efectos crecerán a medida que los periodos de inactividad económica se prolonguen; la CEPAL ha pronosticado una contracción de la economía regional de 5,5% para Sudamérica en 2020 –la mayor en su historia. Este entorno de recesión, podría conducir a una tasa de desempleo del 11,5%, lo que significaría un aumento de 11,6 millones de personas desempleadas respecto de 2019.

Hace unos días, revisando un análisis sobre nuestro sistema alimentario y tiempos de pandemia, se decía que “el hambre y la subalimentación –en sus manifestaciones contemporáneas – no son un efecto directo de la falta de disponibilidad de alimentos, sino de la falta de dinero para costearlos”, lo que ha quedado en evidencia en distintos puntos del país, y que ha generado la aparición de ollas comunes, cocinas solidarias y otras manifestaciones que surgen desde la sociedad civil que buscan apoyar a quienes están sufriendo problemas para acceder a alimentos. 

Por definición, inseguridad alimentaria se refiere a cuando una persona no tiene acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias, y la expresión más extrema de inseguridad alimentaria es el hambre. Esta, junto a las urgencias sanitarias dentro de una pandemia, son los aspectos más relevantes a resolver, por lo que los organismos internacionales recomiendan a los países tomar medidas que aseguren el acceso a las personas a alimentos suficientes e inocuos.

La pobreza y la desigualdad limitan el acceso a bienes y servicios esenciales, como lo son los alimentos, y por ello la importancia de trabajar en medidas a corto, mediano y largo plazo que ayuden a las personas a sobrellevar los efectos económicos de esta pandemia que agudizan los problemas ya existentes, especialmente en la clase media y empobrecida. Fortalecer nuestro sistema alimentario toma más sentido que nunca, trabajar en políticas y medidas que vuelvan más robusto el canal tradicional de producción y abastecimiento de alimentos nutritivos y saludables, valorando el desarrollo de las economías locales,  facilitaría el acceso a las personas a alimentos de calidad a precios asequibles.