La óptica del optimismo

La óptica del optimismo

22 Enero 2021

¿A quién creerle? ¿Al optimista o al pesimista? Los argumentos son igualmente contundentes, pero la decisión pareciera ser binaria. En lo personal, no me pierdo ni un segundo y opto por abrazar el optimismo.

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Hace unas semanas me tocó participar de un zoominario con un destacado periodista estadounidense, ganador de varios premios Pulitzer. La primera media hora nos sorprendió la virulencia con la que se refirió al populismo, al presidente Trump, a las fake news y Facebook.

Se refirió a cómo la no penalización de la mentira estaba carcomiendo las bases de la democracia. Era para perder la esperanza en el futuro de nuestra especie y el planeta. Pero de pronto alguien le preguntó por la tecnología y el futuro, y su rostro cambió. Tomó un largo respiro, se distendió físicamente y, con una sonrisa, se lanzó nuevamente.

La misma persona que minutos antes transmitía desolación, sufrió una metamorfosis. Con una actitud rebosante de entusiasmo, hizo alusión a los grandes avances de la medicina y las comunicaciones; la democratización de la educación y la abundancia del capital; dio varios ejemplos de cómo la ciencia estaba resolviendo problemas concretos (entre ellos el Covid) y se refirió a cómo la desaparición de los costos de transacción estaban abriendo espacio a un aumento fulminante en la productividad de las personas y empresas. A tal punto, que la pobreza material podría ser resuelta.

¿A quién creerle? ¿Al optimista o al pesimista? Los argumentos son igualmente contundentes, pero la decisión pareciera ser binaria. En lo personal, no me pierdo ni un segundo y opto por abrazar el optimismo. No tengo certezas absolutas, pero es lo que la experiencia me ha demostrado. Si trabajamos juntos, cooperamos con flexibilidad y nos enfocamos en lo positivo, los resultados no tardan en llegar.

Así, cuando las leyes se pongan al día, la injuria, la calumnia y la mentira tendrán la misma condena que en el mundo presencial, y Facebook, Twitter, Instagram y Tik-Tok, tendrán que repensar su modelo de negocios con mensajes quizás más aburridos y menos virales, pero verdaderos.

Mientras esto ocurra, muchos chilenos migraremos a las provincias, manteniendo un trabajo igual o mejor que el de la ciudad pero con menores costos de desplazamiento, vidas más tranquilas y con menor contaminación ambiental. Nuestros hijos podrán criarse en ambientes más sanos y complementar su educación presencial con los mejores profesores de Chile y el mundo de manera virtual.

Nuestra vida será iluminada con las fuerzas del viento, el sol y la lluvia, y no con el carbón ni el petróleo. Tendremos más tiempo para nuestros amigos y familias, y menos tiempo en el Transantiago o encerrados por temor a la delincuencia y al narcotráfico.

Nuestros padres y abuelos podrán contar con diagnósticos y tratamientos de salud apropiados, mientras nosotros y nuestros hijos emprendemos e innovamos, creando empresas o dentro de ellas. En fin. Optemos por el lente del optimismo. Parafraseando a Phil Knight, fundador de Nike, “no sé cuál sea el lente correcto, pero tengo clarísimo cuál es más entretenido”.

Nicolás Shea, Presidente del G100 y Cumplo.