Ustedes eran muy jóvenes o quizá todavía no nacían. Pero hubo una vez un país donde la gente no protestaba, amaba los malls y leía El Mercurio. Un país donde sus gobernantes defendían dictadores y nos vendían la educación superior como la ruta al éxito individual.

Era un país bastante desagradable, la verdad (El Chile de fines de los 90). Sobre todo cuando no tenías dinero, no sabías muy bien qué querías en la vida y de pronto te veías en una ciudad como Valparaíso estudiando periodismo y saliendo del Rodoviario rumbo a la universidad. Y ahí, justo frente al Congreso Nacional, una pequeña librería ponía en cuestión el exitismo del modelo con un cartel pintado a mano: Librería Crisis. 

Mi primer entrevistado: Mario Llancaqueo

Siempre que pasaba por el Barrio Almendral me detenía en la vitrina de Librería Crisis. Hasta que en 1998 para el ramo de Periodismo Interpretativo me dieron la tarea de hacer mi primera entrevista. No lo pensé dos veces y partí para allá. Así conocí a Don Mario Llancaqueo. 

Creo que simplemente entré y le pregunté si lo podía entrevistar, a lo que él respondió con una sonrisa. Recuerdo que saqué mi grabadora y nos pusimos a conversar durante cerca de 40 minutos, donde él amablemente respondió mis preguntas y escucho mis reflexiones existenciales. 

Cada vez que pasaba por ahí hacía una pausa y me sumergía entre los estantes con libros, postales y ese hermoso grabado del Loro Coirón que colgaba desde el techo. Don Mario siempre me recibía con una sonrisa y una breve conversación.

Pasajero de Micro

Antes de que existieran los blogs, hice una pequeña revista o boletín llamado Pasajero de Micro. En él publicaba mis primeros artículos de opinión, poesías y fotos de Valparaíso. Lo diseñaba en Word, lo imprimía en hojas de oficio, los recortaba por la mitad y unía las hojas con un corchete. Luego los vendía en las micros, creo que a $100, en el trayecto que iba de Bellavista a Miraflores, donde se encontraba la Escuela de Periodismo.

El único lugar al que me animé a ir a dejar copias de mi emprendimiento precoz fue a la Librería Crisis. Ahí, del otro lado del escritorio, Don Mario me observaba, sonreía y recibía mi trabajo para dejarlo a disposición de sus clientes.

El vendedor de libros

Algunos años después, ya egresado de periodismo, no recuerdo muy bien cómo, llegué al mundo de la venta de libros. Por aquellos años mi editorial favorita era Lom y no sé cómo me las ingenié para trabajar de vendedor para ellos en Santiago, Ovalle y también Valparaíso.

Fue en una feria de Plaza O’Higgins donde me tocaron de vecinos los amigos de la Librería Crisis. Para mí fue un día pésimo, ya que vendí poco, me robaron mi bolso mientras atendía y de pronto me vi con mis cajas de libros sin tener dónde guardarlas.

Don Mario apareció otra vez entonces y me ofreció un espacio de la librería para que guardara mis cajas hasta que vinieran a buscarlas de la editorial. Y como si fuera poco, me invitó un completo a la Fuente de Soda Koppa. Siempre con su sonrisa.

¡Qué gran persona! Sin saberlo, me introdujo a la cara más amable de Valparaíso, aquella donde te reciben con afecto sin saber de dónde vienes ni hacia donde vas. Para mí la Librería Crisis es uno de esos rincones mágicos de la ciudad, donde se respira arte y humanidad.

Y bueno, de los lectores y las lectoras de Librería Crisis surgió la semilla del descontento y se ramificó por todo Chile. Don Mario Llancaqueo, con su alegre sonrisa no sólo vendió libros, sino que dio un espacio para que los habitantes de la ciudad se expresaran o simplemente encontraran un lugar amable donde refugiarse en tiempos de neoliberalismo extremo. Y pucha que se lo agradezco. Por eso la Librería Crisis y Don Mario Llancaqueo estarán siempre en mi corazón.