El cambio climático sigue avanzando de modo implacable y ni siquiera la pandemia de Covid-19 y el obligado confinamiento mundial han logrado detenerlo, ya que un reciente estudio de Naciones Unidas, publicado la semana pasada, indicó que la merma en los gases de invernadero, acontecida con motivo de la crisis sanitaria mundial, ya se terminó y hemos vuelto a los niveles de contaminación anteriores a dicho fenómeno.

De este modo, se prevé principalmente un aumento sustantivo de los casos de estrés hídrico y de sequías severas, además del derretimiento de glaciares, que en esta oportunidad, han llegado a afectar a las montañas del Tíbet.

La actual hora es crucial para el mundo y si no se adoptan medidas inmediatas, por parte de los principales países emisores de CO2, el riesgo de empinar la fiebre que padece el planeta, por sobre los 3 y hasta los 5 grados celsius, aparece como una realidad no sólo apocalíptica, sino que muy probable.

Más que nunca se requiere reducir las emisiones de carbono a la atmósfera, de manera de que el compromiso social de los países y, en particular el de los ciudadanos, se ha tornado no sólo una obligación perentoria, sino que dramática.

“Nuestro mundo sigue desviado muy lejos del rumbo para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados Celsius. Si las cosas siguieran como están, subiríamos de 3 a 5 grados por encima del nivel preindustrial”, advirtió el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, durante la presentación del informe United in Science (Unidos en la Ciencia), llevado a cabo por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Programa de la ONU para el Medio Ambiente, el Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático, la UNESCO, y otras organizaciones internacionales.

En este informe científico se afirma que todo hace apuntar a que el quinquenio 2016-2020 será el más cálido de la historia, con una tendencia que se mantendrá en los años que vienen y donde la emergencia climática prevé el empeoramiento de olas de calor ya extremo, incendios, inundaciones y sequías devastadoras.

Las reducciones de las emisiones de carbón en el punto máximo del confinamiento por coronavirus, en junio, llegaron a un 17%.  Sin embargo después, la  temperatura siguió aumentando y el agua y los ecosistemas están cada vez más amenazados.

“Las concentraciones de gases de efecto invernadero —cuyo nivel es el más elevado en tres millones de años— no han dejado de aumentar. Entretanto, grandes extensiones de Siberia han sufrido una prolongada y notable ola de calor durante el primer semestre de 2020, algo imposible de no ser por el cambio climático causado por el hombre. Este informe evidencia que, aunque muchos aspectos de nuestras vidas se han visto alterados en 2020, el cambio climático avanza de manera implacable”, asegura en el informe el secretario general de la OMM, el profesor Petteri Taalas. 

MAS TEMPERATURAS EN AUMENTO

De acuerdo con los pronósticos, se espera que la temperatura media mundial del período 2016-2020 sea la más cálida de la que se tiene constancia, aproximadamente 1,1 °C por encima de la media de 1850-1900, en la era preindustrial.

Asimismo, en el período quinquenal de 2020 a 2024, la probabilidad de que por lo menos en un año se superen en 1,5 °C los niveles preindustriales es del 24%. También hay un 70% de probabilidades de que, durante los próximos cinco años, haya uno o varios meses con una temperatura de al menos 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. 

LOS OCEANOS ESTAN MAS ACIDOS 

El Panel Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático (IPCC) aseguró que el calentamiento global, de origen antropogénico, está afectando a sistemas esenciales para la vida: desde las cimas de las montañas hasta las profundidades de los océanos, lo que provoca una aceleración del aumento del nivel del mar y entraña una sucesión de efectos en cadena para los ecosistemas y la seguridad de las personas.

Según el estudio, los glaciares y los mantos de hielo de todo el mundo han perdido masa. Entre 1979 y 2018, la extensión de hielo marino en el Ártico se ha reducido en todos y cada uno de los meses del año. El aumento de los incendios forestales y el brusco deshielo del permafrost, así como los cambios en la hidrología del Ártico y las montañas, han modificado la frecuencia y la intensidad de las perturbaciones que sufren los ecosistemas.

Los océanos  han sufrido un aumento de su temperatura sin interrupción desde 1970 y han absorbido más del 90% del exceso de calor del sistema climático.

Desde 1993, la tasa de calentamiento de los océanos y, por tanto, la tasa de absorción de calor se ha más que duplicado. La frecuencia de las olas de calor marinas se ha multiplicado por dos y ahora su duración, intensidad y extensión son mayores, lo que provoca episodios de blanqueamiento de las formaciones de coral a gran escala.

Los océanos han absorbido entre el 20 y el 30% del total de emisiones de CO2 causadas por el hombre desde la década de 1980, y ello ha incrementado la acidificación.. 

LO PEOR QUE VIENE: LAS SEQUIAS 

La OMM planteó también que las peores consecuencias del cambio climático se están viviendo en el cambio de las condiciones hidrológicas, de manera que a 2050, la cantidad de personas en riesgo por desbordes de ríos, lagos y glaciares aumentará de mil 200 millones a mil 600 millones de personas.

Desde principios hasta mediados de la década de 2010, unos mil 900 millones de personas —el 27% de la población mundial— vivía en zonas potencialmente sujetas a una grave escasez de agua. En 2050, esa cifra podría aumentar hasta situarse  en 3 mil millones de personas.

En 2019, el 12% de la población mundial bebía agua procedente de fuentes no mejoradas y no potables. Más del 30% de la población mundial, unos  2 mil 400 millones de personas, viven sin acceso a ninguna forma de saneamiento.  Se prevé que el cambio climático aumente el número de regiones con estrés hídrico y agrave la escasez de agua en aquellas zonas que ya lo padecen.

EL TIBET AFECTADO

Muchos paisajes de hielo están igualmente cambiando, cuando no desapareciendo.  Es el caso de lo sufrido en una de las regiones más altas del mundo, en la meseta Qinghai-Tibetana. El pasado 25 de junio estalló el lago glaciar de morrena Jinwuco, situado en esta zona central de Asia y como explicó la OMM,  “los estallidos ocurren cuando el agua embalsada por un glaciar o una morrena se libera”.  En este caso, la causa fueron las fuertes precipitaciones persistentes que se acumularon en la zona desde mayo.

El doctor Shijin Wang, según la OMM, explicó que ese estallido implicó la liberación de más de siete millones de metros cúbicos de agua en el valle. Un golpe devastador que causó víctimas mortales en el municipio de Niwu y la destrucción de numerosas infraestructuras, como edificios, puentes y carreteras.

Fuentes: Prensa ONU, www.ambientum.com, www.iambiente.es