Opinión: El verdadero diálogo que necesitan las reformas que vienen

Opinión: El verdadero diálogo que necesitan las reformas que vienen

08 Junio 2014

Esta forma de hacer políticas públicas, en mi opinión, es la correcta, dado que pone al centro del desarrollo los derechos humanos, siendo obligación de los Gobiernos detectar infracciones, brechas o bajos umbrales de protección de éstos.

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Por: Pablo Valenzuela Mella, Director Ejecutivo Fundación Casa de la Paz

“Encontraremos también las críticas de algunos…, y todos somos necesarios en el diálogo honesto sobre las transformaciones. Y cuando yo digo honesto, quiero decir sin prejuicios ni temores infundados. Pero ese diálogo tiene que arribar a decisiones, y las decisiones deben reflejar a las mayorías. Eso está en el corazón de la democracia”.

El anterior es un extracto del discurso de este 21 de mayo de la Presidenta, el cual junto con establecer un panorama de transformaciones relevantes que su Gobierno quiere llevar a cabo, ha levantado un relevante debate acerca del proceso de diálogo que requieren los profundos cambios incluidos en el programa de gobierno.

Desde ese programa y su discurso se puede apreciar claramente que el Gobierno anhela generar políticas públicas con un claro enfoque de derechos. Esta forma de hacer políticas públicas, en mi opinión, es la correcta, dado que pone al centro del desarrollo los derechos humanos, siendo obligación de los Gobiernos detectar infracciones, brechas o  bajos umbrales de protección de éstos, generando políticas públicas que aborden y resuelvan situaciones de afectación incluyendo sus causas estructurales.

Para ello es fundamental analizar las desigualdades que impiden el completo ejercicio de estos derechos como también combatir las prácticas discriminatorias y –por cierto- el injusto reparto de poder que obstaculizan el progreso en materia de desarrollo, como lo señala Naciones Unidas en diversos documentos.

Un elemento indispensable en el diseño de políticas públicas con enfoque de derechos es claramente el diálogo. Ello toda vez que desde este enfoque, las políticas se realizan con el objeto de aumentar los umbrales de protección de derechos, los cuales tienen titulares, en otras palabras, están relacionados jurídicamente a personas o grupos determinados sujetos de derechos. Por tanto, quién mejor que ellos mismos para poder proveer de información y opiniones claves para un diseño pertinente y efectivo de esas políticas. Más aún, tienen el derecho de incidir en las decisiones que les pueden afectar.

En ese sentido el reiterado requerimiento de mayor diálogo, que se ha escuchado estos días, es pertinente y necesario para que las transformaciones que leemos en el programa y escuchamos este 21 de mayo, cumplan con los elementos que comanda el mencionado enfoque.

Sin embargo, este diálogo debe ser uno sustancial y que genere los cambios que aborden decididamente las afectaciones o desigualdades en la protección de derechos humanos. No puede exigirse diálogo como una manera de manipular o poner freno de mano a las transformaciones necesarias para solucionar inequidades profundas de nuestra sociedad.

El diálogo debe ser sobre bases distintas, donde los dialogantes reconozcan estas ciertas o potenciales afectaciones y se dispongan constructiva y resueltamente a trabajar por eliminarlas o gestionarlas. Debemos de esa manera superar los ya conocidos diálogos que nos llevaban a la “justicia en la medida de lo posible” para generar diálogos verdaderamente transformadores de la actual realidad tan plagada de inequidades.

Esto también requiere un esfuerzo distinto desde el Gobierno. Son buenas señales tener los oídos abiertos, recibir a quienes golpeen mi puerta, dar espacio en el discurso a las temáticas levantadas por la sociedad civil organizada y organizar cumbres donde se discutan multisectorialmente agendas tan importantes como la energética.

Sin embargo, para un verdadero enfoque de derechos se necesita más que ello. Requiere de un proceso de diálogo de gran convocatoria y diseñado conjuntamente por los dialogantes, donde se realicen acciones afirmativas para incluir a los “sin voz”. Se necesita que exista información amigable, completa y accesible, como también instalar capacidad en los dialogantes. Requiere también establecer claros espacios de incidencia en los cuales pueda discutirse la sustancia de estas políticas.

En periodos donde estamos discutiendo materias fundamentales para nuestro país, el diálogo como herramienta política por excelencia, vuelve a tomar su lugar. La invitación, no obstante, es a construir un diálogo transformador, que nos lleve a los cambios que necesitamos. Ello requiere esfuerzos adicionales del Gobierno y el Parlamento, donde la sociedad civil y los ciudadanos deben jugar un rol vital.