Por Pacto Urbano La Matriz

La EPV (Empresa Portuaria Valparaíso) quiere que el municipio porteño le devuelva 420 millones de pesos por el permiso de obras en el fallido proyecto de Mall Barón, a lo que respondemos:

"De buena fe" la EPV y Mall Plaza por muchos años impulsaron un negocio que no cumplía desde sus inicios con las normas de construcción y urbanismo. Al mismo tiempo un municipio de la época, incompetente en resguardar y priorizar el bien común de la ciudad en el mejor sector de ella, fue actor importante en esta "buena fe" otorgando un permiso no apegado a la ley. Sin embargo, fueron actores de la ciudadanía, y no la actual administración municipal, quienes acudieron a los tribunales para que se cumplieran las leyes y normas vigentes, ya que la "buena fe" de cierto mundo empresarial no alcanza a proteger el bien común. 

Fueron más de 45 mil porteños los que votaron por una nueva administración municipal para revertir justamente eso y poner los intereses de la ciudad por delante de los intereses particulares. Por lo tanto, tiene total sentido que el alcalde Sharp, recién asumido, no avalara ilegalidades porque para eso, entre otras cosas, fue elegido.

El monto que la EPV quiere cobrar al municipio no corresponde, ya que según nuestro sistema jurídico (y que viene del tiempo de los romanos) “nadie puede alegar en su favor su propia culpa”. Es todo lo contrario, la ciudad debería ser indemnizada por la EPV en cantidades mucho mayores por avalar, potenciar, concesionar terrenos a grupos económicos sin cumplir la ley y gastar enormes sumas de dineros en publicidad y estudios arqueológicos. Y sobre todo por tener como resultado -al día de hoy- el mejor paño de la ciudad vacío por largos 18 años, abandonado, sin destino, lo que ha provocado retraso y pobreza a la ciudad por no contar con activos de su mejor espacio en el borde costero donde se sitúa la riqueza de la ciudad.

Se imaginan los lectores ¿en cuánto habría aumentado el valor de la ciudad de Valparaíso si hace 18 años se hubiese construido un simple y genuino espacio público en el paño Barón; se imaginan los lectores ¿en cuánto mejoraría el valor económico y la calidad de vida de las porteñas y porteños si se abriera el borde costero frente la ciudad desde el Espigón hasta el Muelle Barón?

Esa riqueza concreta abandonada por la EPV y por tanto, no materializada, es la verdadera deuda con nuestra ciudad.