[OPINIÓN] Una nueva era nació con el eclipse en Chile

03 Julio 2019

Se trata del Siglo XXI, que se abre a nuevas realidades y a nuevos mundos, no sólo virtuales sino que también estelares.

Fernando Rivas ... >
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Por Fernando Rivas Inostroza

Que estamos en el Siglo XXI, después de este martes 2 de julio, ya no cabe duda alguna. La sombra del eclipse, que duró dos escasos minutos en forma total en la zona de Coquimbo y La Serena, lugares privilegiados por el fenómeno celeste, sólo vino a poner otro y decisivo punto aparte en la historia nacional y por extensión también creemos que en la de la Humanidad. 

La distancia con el Siglo XX ya es evidente por el advenimiento de una nueva era, marcada por la ciencia, la tecnología y la apertura del Hombre hacia el espacio. Las características socioculturales del fenómeno así lo señalan, toda vez que se trata de expresiones e intereses sociales completamente distintos a los que estuvimos acostumbrados durante la centuria pasada. 

Por ejemplo, ver al astrónomo José Maza imponer un hito mundial al reunir 10 mil personas en el estadio de La Serena, para escuchar una charla sobre este acontecimiento y que más encima fuese transmitida por televisión, da cuenta de que estamos en una nueva época, en un nuevo período histórico, con otros gustos y preferencias, regidos por criterios radicalmente distintos a los tradicionales. 

Que lo de Maza sea un record Guinness es simplemente una anécdota, porque, en definitiva, este acontecimiento da cuenta de un hecho histórico más potente, más profundo, de corrientes mentales y de preocupaciones, que se están manifestando de un modo verdaderamente sorprendente.

¿De qué otra forma se puede entender que más de 300 mil personas -todo un Valparaíso o Viña completos-  se hayan trasladado hasta la Cuarta Región para estar presentes en la denominada zona cero del eclipse?.

Sin duda, se trata de una pasión nueva, de una pasión por la ciencia, por la tecnología, por el conocimiento y por los astros, la que viene a revertir o a recolocar en su sitial a otras pasiones como la del mismo y tradicional fútbol, que ya pocas veces logra conquistar numéricamente una afición semejante en el estadio serenense.

Sin duda, se trata de un fenómeno nuevo y no inusual ni menos esporádico, sino que de uno que vino a quedarse y de un cambio profundo, que se viene dando a nivel de la conciencia o, quizás más bien, del inconsciente colectivo de la comunidad chilena.

De otra forma no se puede entender el calado social que este hecho tuvo en las familias del país, porque no se trató sólo de los niños, motivados por el fenómeno planetario, sino que sobre todo fue el interés y la pasión que pusieron sus padres para vivir este momento en familia y en comunión o integración con la Naturaleza y el sistema planetario.

Personalmente, me correspondió presenciar cómo una docena de ciudadanos y ciudadanas hicieron fila ya caída la gélida noche porteña, a las 21 horas, del lunes pasado, en calle Condell, cerca de Plaza Victoria, para ver la posibilidad de conseguir un par de lentes con los cuales apreciar el eclipse, dotados con la correspondiente clasificación ISO.

El precio ya había subido de 3 mil a 4 mil pesos y se estaba empinando, tal como pude comprobarlo también en Plaza Anibal Pinto, a la misma hora y bajo la misma y helada brisa porteña, donde estaban siendo ofertados, como pan caliente y a 4 mil pesos, ejemplares con soporte de cartón, tal como lo corroboró la pasajera de un colectivo, feliz ella con el suyo para su hijo, quien aseguró que había quienes pagaban hasta diez mil pesos por el mismo ejemplar, amén de muchos que trataban de conseguir a última hora los suyos, yendo hacia una mítica bomba de bencina, donde supuestamente todavía había stock.

Eran las leyes de la oferta y de la demanda, funcionando a todo vapor y de modo perfecto. Ni Adam Smith habría imaginado semejante operación de una sociedad capitalista. Es que fue una verdadera fiebre, donde pocos repararon en la posibilidad de compartir las gafas, multiplicando a sus beneficiarios. Por el contrario, los comentarios y las solicitudes por más lentes se sucedieron por whatsapp hasta la mañana del martes, para dar paso luego a un día prácticamente festivo y con escaso tráfico durante la tarde. 

Sin duda, se trató de un hecho inusual y revelador.

La luz mortecina y pálida con que nos benefició el eclipse a los porteños, digna de series de ciencia ficción y de escenas futuristas, como las pintadas por Ray Bradbury, iluminó de un modo provocadoramente distinto este nuevo escenario y dio curso, en verdad, a una nueva dimensión, a una nueva realidad en nuestras vidas. Se trata del Siglo XXI, que se abre a nuevas realidades y a nuevos mundos, no sólo virtuales sino que también estelares. Lo de ayer sólo fue un aperitivo y sólo nos cabe esperar que otros fenómenos y hazañas se sucedan en esta ruta infinita que parece seguir el Hombre desde y hacia el espacio, en su ya largo, insospechado y enigmático viaje. De hecho, en unos días más, el 20 de julio, estaremos celebrando nada menos que el medio siglo de la llegada del hombre a la Luna, una proeza que parece de ayer, pero que ya se empina por sobre los 50 años y que recién empezamos a aquilatar. 

Ante semejantes circunstancias, solo nos queda decir, cada vez menos sobrecogidos,  bienvenido Siglo XXI…. otra luz nos llega…y estamos agradecidos de poder verla. 

LECTURA DE FOTO

EL SIGLO XXI BAJO UNA NUEVA LUZ.- La amarillenta, mortecina, pálida e inusual luz que nos trajo el eclipse, en su máximo esplendor, iluminó ayer de un modo distinto a las personas y los espacios, en una experiencia muy propia del Siglo XXI y que deja ya en el pasado, definitivamente, al Siglo XX.