Pedalear este invierno, un aporte de quíntuple resultado positivo

06 Mayo 2012

No es nada raro ni pintoresco ver a altos ejecutivos, elegantes, de cuello y corbata, montando sofisticadas bicicletas plegables por las ciclovías de la capital. Por Winko Franz Martínez, Director de Proyectos Fundación Casa de la Paz.

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Ad portas a un nuevo invierno es inevitable pensar que tendremos una vez más  episodios de contaminación ambiental, producidos por las emanaciones de gases desde fuentes fijas y móviles. El fenómeno de inversión térmica, agravado por  las malas condiciones de ventilación de la cuenca de Santiago, hacen de nuestra capital, junto a Temuco, las dos ciudades más contaminadas de Chile.

Junto a esto conocemos bien cuáles serán las consecuencias y repercusiones sobre el medio ambiente y  la salud de la población: enfermedades respiratorias y obstructivas y  la conocida lluvia ácida, entre otras tantas.

A su vez, son diversas las medidas preventivas y las soluciones a mediano plazo, que lanza el gobierno para mitigar los impactos de los episodios de contaminación. A saber, restricción vehicular de automóviles no catalíticos y catalíticos, fiscalización a industrias y chimeneas domiciliarias y anuncios en el aumento de la cobertura de áreas verdes, etc.

Hace poco un diputado presentó una propuesta para aumentar en tres las líneas del metro, entre las que propuso crear una ruta paralela a la actual Línea 1 para desatocharla y motivar aún más su uso. Planteó también un sistema de tarificación vial en zonas de alta concentración de vehículos y un subsidio de reconversión desde la estufa a leña a gas y de nuevo, creación de más parques. En fin grandes soluciones, grandes costos para todos.

En el intertanto, el parque automotriz crece en el país cerca de un 8 % al año, y ya es común ver a personas que viajan diariamente solas, en un solo auto, a sus lugares de trabajo. Esto agudiza los problemas de tiempo y eficiencia en los desplazamientos. Cada año aumentan los atochamientos, que hoy, dicho sea de paso, ya no sólo son eventos indeseables en horarios punta, sino que a toda hora y en todo lugar.

Santiago en febrero, por ejemplo, ya no es lo que era hace un par de años, descongestionado, una ciudad agradable y amigable para desplazarse.

Entre tanto, la población persiste en descansar en el cumplimiento sólo de la normativa ambiental vigente, endosando las responsabilidades individuales a las políticas, marcos regulatorios y autoridades con competencia en estos temas y culpando al gobierno de turno por la mala planificación urbana, falta de fiscalización y regulaciones de mercado incompatibles con una vida saludable en la ciudad.

¿Qué hacer entonces para evitar esta problemática urbana, llegar a la hora al trabajo, tener más calidad de vida familiar y gozar de más salud y de paso, contribuir a la descontaminación de nuestra ciudad?, ¿podemos hacer algo que nos ayude a combatir estos males propios de las grandes urbes centralizadas?

La respuesta es sí y si bien es más simple y barata de lo que parece, requiere de un compromiso personal que se  traduce en una sola palabra: “pedalear”.

Cada día son más y diversos los personajes capitalinos que decidieron bajarse del automóvil y el trasporte público, cuando las condiciones lo permiten, no sólo para optimizar sus tiempos de desplazamientos, sino que también para hacer ejercicio pensando en su salud personal, contribuir a descongestionar las calles y la contaminación de Santiago, y de paso realizar un verdadero aporte a la economía familiar. En suma un “quíntuple resultado positivo”, con la simple acción de movilizarse en bicicleta.

Hoy en día su uso ya no está asociado a un estatus social como antaño, recordando el ya cásico “¡cómprate un auto perico!” de los ’80. No es nada raro ni pintoresco ver a altos ejecutivos, elegantes, de cuello y corbata, montando sofisticadas bicicletas plegables por las ciclovías de la capital; a estudiantes secundarios y universitarios pasar raudos en modelos más económicos para llegar a tiempo a clases; o a los clásicos maestros de la construcción o jardineros, quienes se las ingenian para transportar sus herramientas.

Este medio de transporte ya no distingue clases sociales. Todos van por la misma ruta del “quíntuple resultado positivo”, que dicho sea de paso es una contribución para todos en la ciudad, que algunos denotan al portar el clásico “letrerito” blanco y negro en el tapabarros trasero que reza: ¡un auto menos!, que cuando lo veo digo: “menos mal, un auto menos…, gracias amigo”.

Winko Franz es Licenciado en Ciencias Ambientales y Paisajista de la Universidad Central de Chile, Diplomado Experto en Gestión Ambiental Urbana de la Universidad Nacional del Centro del Perú, Diplomado en Estrategias para la Conservación de la Biodiversidad y Diplomado en Gerenciamiento de Organizaciones No Lucrativas, ambos de la Universidad Tecnológico de Monterrey de México; y Diplomado en Participación Ciudadana y Gestión Ambiental de la Universidad Alberto Hurtado.

Con 11 años de experiencia en gestión ambiental participativa actualmente es Director de Proyecto de Fundación Casa de la Paz.