PSU: Una Cosa de Suerte

14 Diciembre 2011

La PSU sólo reproduce el modelo de nuestra sociedad chilena, tan poco cohesionada e igualitaria (incluso, hace unas semanas el informe la OCDE nos vuelve a confirmar como el país más desigual de esa organización).

María Paz Gálvez >
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Miles de jóvenes chilenos están nerviosos. Se han acercado a los diferentes puntos para rendir una prueba que definirá en gran medida su futuro profesional, sus próximos años de vida.

Algunos se han preparado más que otros y todos seguramente quieren rendirla lo más rápido posible para liberarse de toda la presión que han ejercido durante los últimos meses sus familias, amigos y profesores.

Luego del stress de la prueba, vendrá la incertidumbre de la espera de los puntajes. Una vez publicados, los jóvenes, antes iguales, se dividirán en dos grupos: los felices y los desesperados. Los primeros estarán celebrando en sus casas el puntaje obtenido y la “buena suerte” de entrar a la carrera que quieren en la Universidad que eligieron.

Los segundos, entrarán en un estado de angustia, buscando qué Universidad tiene la mejor oferta para sus puntajes y relación precio-calidad y con qué créditos podrán pagar la carrera, endeudarse por varios años más. En definitiva, estudiar alguna carrera en la universidad que puedan.

Lo más probable es que el grupo de los felices corresponda al pequeño porcentaje de alumnos que tuvieron “la suerte” (nuevamente) de estudiar en un buen colegio con recursos para facilitar su aprendizaje. Por otro lado, los desesperados serán los mismos de siempre, los que en muchos otros ámbitos deben esperar para poder tener la fortuna de recibir un poco de los beneficios que deja el resto.

Los jóvenes felices llenarán las carreras más prestigiosas, con posibilidades de mayores ingresos y oportunidades de capacitación permanente. Los desesperados, seguirán obteniendo muchísimos menos ingresos y posibilidades de movilidad social.

El futuro profesional, y por ende la calidad de vida, de miles de jóvenes no puede ser simplemente una cosa de suerte. La PSU sólo reproduce el modelo de nuestra sociedad chilena, tan poco cohesionada e igualitaria (incluso, hace unas semanas el informe la OCDE nos vuelve a confirmar como el país más desigual de esa organización).

Es urgente que la educación de los chilenos no siga dependiendo de haber nacido en determinadas circunstancias, un derecho social no se le puede atribuir a la suerte o al destino.

Comentarios

Imagen de alejandro munoz

Creo que efectivamente la PSU

Creo que efectivamente la PSU es un instrumento que se plantea como democrático al momento de rendirlo, pero cuando se postula a la universidad la exclusión y segregación social se transforman en una constante. Lamentablemente no siempre un buen puntaje garantiza el acceso a la educación superior. Es nuestra misión como país que la educación sea realmente un derecho inalterable.

Imagen de Verónica Pincheira

Ciertamente, el tema de la

Ciertamente, el tema de la PSU y el ingreso a la educación superior, es una demostración más de las desigualdades que vivimos como sociedad. Desde los comienzos de la educación formal, encontramos grandes diferencias en la calidad a la que puede acceder cada persona; para nadie es desconocido que las instituciones públicas entregan, en su gran mayoría, una formación académica deficiente en comparación con la oferta privada.

Así, cuando el alumno llega a cuarto medio y se enfrenta a una prueba que mide conocimientos, más que aptitudes, sus posibilidades de acceso a buenas carreras y universidades termina siendo directamente proporcional a las oportunidades que tuvieron en su vida escolar, la que claramente está marcada por su nivel de ingresos familiar.

¿La solución? De partida, una prueba que se enfoque más en las aptitudes del estudiante, que permita predecir de mejor manera sus posibilidades de éxito en la educación superior y que no dependa tanto de los contenidos entregados en el colegio. Y, por supuesto, la gran solución, y que requiere toda una reforma desde la base, es que la calidad de la educación deje de depender de los ingresos de cada familia, asegurando una educación pública de primer nivel para todos. De otra forma, sólo seguimos aumentando la brecha existente entre los chilenos, y disminuyendo la posibilidad de movilidad social. Recordemos siempre que en nuestro país no son los recursos los que faltan, sino las oportunidades.