Hablemos de recetas populares; hablemos de calzones rotos. Disputando históricamente con las sopaipillas el podio de las preparaciones que no pueden faltar en el invierno de los chilenos.

La forma (y el nombre) nos engaña y pensamos que son de una elaboración compleja, pero lo cierto es que resulta una receta fácil y puede ser un panorama ideal para compartir en estos días fríos donde pasamos pegados a la estufa.

¿Con que acompañamos los calzones rotos?

Una buena pregunta, con tal vez una respuesta ambigua; no existe especialmente una tradición que marque la pauta respecto a qué tomar junto con los calzones rotos. Puede ser una taza de té, que nunca falla, una taza de chocolate caliente o, ¿por qué no? un buen vino navegado. Vamos con la receta.

Lo que necesitamos

• Tres tazas de harina
• 1 Huevo
• 2 Yemas de huevo
• 1 1/2 cucharadita de polvos de hornear
• 4 cucharadas de aceite
• 3 cucharadas de azucar flor
• 2 cucharadas de mantequilla
• Una pisca de sal
• Un chorro de licor (ron o whisky)

Vamos preparando

En un bowl se mezclan los ingredientes y es hora de amasar —si tienes un uslero, mejor— procurando dejar una masa con un grosor similar al de una sopaipilla (3 milímetros apro). Una vez que la masa sea uniforme y elástica, forma rombos dejando un orificio al centro. Toma uno de los extremos del rombo y pásalo por agujero.

Una vez que ya tengas formadas las estructuras es hora de pasar al sartén. Cocina con abundante aceite, cosa que las piezas se sumergan, a fuego medio. En 30 minutos aproximadamente deberán estar listos. Una vez apagado el fuego, pasar a un bowl con toalla nova y espolvorear con azucar flor.