¿Todxs, tod@s o todes?

13 Mayo 2020

Hay temas prácticos de accesibilidad que son necesarios de tomar en cuenta al decidir cómo vamos a escribir un texto utilizando lenguaje inclusivo.

Natacha Valenzuela >
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Por Natacha Valenzuela

El lenguaje no sexista nace de la necesidad de crear una realidad cada día más igualitaria entre hombres y mujeres. Y aunque la Real Academia Española insista en que esto no es necesario, pues, por convención, el masculino incluye tanto a hombres como mujeres, los movimientos feministas han logrado imponerse. Pero esto, paradojalmente, ha afectado a un grupo vulnerable de la población: las personas ciegas y de baja visión. 

En el castellano, hablar obviando el género es complejo, ya que este se encuentra presente en muchas de nuestras categorías gramaticales -sustantivos, adjetivos, pronombres, artículos, etc.-, por lo que no siempre es factible encontrar un concepto neutro que nos evite la disyuntiva.

La duplicidad utilizada inicialmente (todas y todos, los/las), si bien, fue un buen primer paso en este cambio de paradigma, a la larga es incómoda, cansadora y visualmente disruptiva, por lo que en el lenguaje escrito se hizo frecuente el uso de la “@” y de la “x” para omitir el género. 

Recientemente, y para unificar el estilo en el lenguaje oral y el escrito, es que irrumpió la letra “e” para reemplazar la “x” o la “@”, pero con una diferencia conceptual respecto a sus antecesoras. Y es que esta vocal no llegó sola, sino que vino acompañada de un nuevo componente: la diversidad sexual. Es decir, ya no se refiere solo a hombres y mujeres, sino también a aquellos grupos que no se sienten representados por uno de estos géneros. 

El uso de la “e” ha dado pie a diversos debates, tanto por tratarse de una letra tradicionalmente ligada a lo masculino (gobernadores, gerentes, entre otros), como por su asociación al movimiento LGBT+ (Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transgénero y más), lo que genera el rechazo de algunos sectores que, aunque apoyan las demandas feministas, no se sienten parte de la lucha de este otro movimiento. Esto ha generado que continúen usando la “x” o la “@”, provocando una exclusión de las personas ciegas o de baja visión.  

Así es, porque quienes se encuentran en este grupo suelen utilizar aplicaciones que leen en voz alta los textos escritos en los dispositivos electrónicos, lo que les permite acceder a documentos y páginas web, interactuar en redes sociales y comunicarse fácilmente. Pero cuando estos programas se encuentran con frases del tipo “todxs son bienvenidxs” el resultado es inentendible. Dependiendo de la herramienta, se escucha de distintas maneras, pero ninguna de ellas es cómoda, “todarrobaese son bienveniarrobaese” o “teodeequis son bienvenidcs” son algunos ejemplos. Muy poco inclusivo, ¿no?

Esta es una de las razones, para mi gusto, de más peso para utilizar la letra “e” por sobre la “x” o la “@”, ya que, si estamos hablando de inclusión en términos lingüisticos, más importante aún es hacerlo en términos prácticos, asegurando que la información llegue a todo el público.  

Por ello hago una invitación a explorar nuestro rico lenguaje (con 93.000 palabras incluidas en la última versión de la RAE), y tratar de utilizar conceptos neutros, que representen a un amplio grupo de la población y sea accesible para la mayor parte de ella. Pero si esto no es posible, la opción debe ser la “e”.