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Viña del Mar, según los chilenos, es la mejor ciudad para vivir. Estas semanas la noticia ha aparecido en varios medios, llenando de orgullo a los viñamarinos y dejando una sensación de “misión cumplida” en las autoridades y empresarios de la ciudad. Nos enteramos de esto gracias a un estudio de la Universidad del Desarrollo y la consultora Visión Humana que, luego de encuestar a 1.500 hogares, llegaron a la conclusión.

Esta investigación no mide datos como nivel de cesantía, sueldos, oportunidades laborales, índices de violencia, entre otros, sino más bien, mide la percepción que tiene la gente de la ciudad, es decir, qué tan exitosas han sido las campañas para posicionar Viña del Mar, pero como "marca".

Lo interesante de esta encuesta es que se realizó a personas que no vivían aquí. Esa es la gracia del estudio: lo que vemos, es la imagen que proyecta la ciudad, no la realidad que viven sus habitantes día a día.

Sin duda, que desde muchos puntos de vista Viña del Mar debe ser un excelente lugar para vivir, pues tiene un lindo paisaje y todo lo que aparentemente es necesario: hipermercados, malls, cine y otras comodidades como calles que - salvo en el verano - están libres de tacos eternos.

Yo me pregunto, si las personas que respondieran la encuesta fueran las que habitan la ciudad día a día, ¿tendríamos la misma nota? Si las personas que respondieran esta encuesta, pertenecieran a los despedidos de los Programas de Generación de Empleo Social (PGES), a los cesantes, a las 12.000 familias de campamentos, a los que no viven en el borde costero, a los olvidados, ¿saldríamos igualmente evaluados?

Viña del Mar tiene muchísimos aspectos que mejorar aún. Esta encuesta no nos puede dejar tranquilos. No podemos darnos por satisfechos sabiendo que otros opinan bien de nuestra imagen, es como alegrarnos de que encuentren bonita nuestra cara, sin preocuparnos de lo que hay más allá, porque hoy somos la ciudad con más campamentos, en una de las regiones más pobres del país y con más desempleo. No podemos darnos por satisfechos.

No es necesario buscar culpables, sino soluciones, de esas que pasan por involucrarnos realmente con el desarrollo integral de nuestra ciudad, desde todas las aristas posibles, que pasan también, por comprometerse con la creación de nuevos empleos, por tener profesionales de calidad que decidan quedarse en su región y no emigrar a Santiago - en busca de oportunidades reales.

Debemos dar a conocer las diversas realidades de los viñamarinos, fomentar las instancias de participación ciudadana, asumir que no estamos haciendo todo bien y saber que hay ciudadanos que hoy no sienten tanto orgullo. Viña está en vías de ser la mejor ciudad para vivir, pero nos falta mucho trabajo por hacer.