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Por: Fernando Rivas Inostroza

Frank Sinatra, ese pequeño rapaz boxeador de Nueva Jersey, que llegó a convertirse en figura mundial e inscribir su nombre en la historia de la música popular, celebró este sábado por la noche su centenario de vida en el Casino de Viña del Mar, cantando en el más puro de sus estilos: con el vigor de los 50 años; la técnica depurada de la experiencia, la vocalización perfecta y pertinente, y una comunicación constante de diálogo con su auditorio. El resultado, una hora y media de música viva, que se trocó realmente en sólo 45 minutos de memoria y que  se pasó volando.

Las luces del tercer piso del Enjoy se encendieron y los aplausos se sucedieron, pero nadie reclamó ni pidió un bis al actor y cantante Rick Michel, alter ego viviente de Sinatra y su más célebre personificador actual, porque su tarea fue impecable.

Nada que decir, al más puro estilo Sinatra, desarrolló el espectáculo de inicio a fin con naturalidad y sin errores. “My Way”, obviamente, ayudó a cerrar la jornada. La filosofía popular del italo-norteamericano, vinculado a la mafia y también a personajes del narcotráfico, como se ha revelado recientemente respecto de Pablo Escobar, sacó aplausos de entre quienes valoran asestar sus golpes en la vida sin arrepentirse por eso.

La famosa canción fue coreada como el himno que es y seguida con atención y cariño por quienes repletaron todas las butacas del “Sinatra for ever”, cuyos precios oscilaron entre los 22 y los 55 mil pesos. Atrás habían quedado “Chicago”, “Strangers in the night”, “For once in my live”,  “Blue skyes” y muchos otros, que hicieron la delicia de los espectadores, quienes, paradojalmente, casi ni grabaron o fotografiaron el espectáculo con sus celulares, pues estuvieron absortos ante el tono firme, educado y potente de este nuevo y famoso Sinatra, que llegó, al igual que el otro, directamente desde Las Vegas.

Sin embargo, si “My Way” fue el himno, “New York, New York” fue el estandarte; y, como tal, el tema que puso el broche final o la corona a una jornada depurada y ágil. La melodía, sus colores, las variaciones de las notas y de los acordes entusiasmaron ampliamente y muchos, junto con reiterar besos, se dedicaron simplemente a acompañar a Michel en la entonación de esa pieza que concentra lo mejor de Sinatra, de Estados Unidos y de la clase media mundial.

Viña del Mar se despidió así nuevamente de la ya mítica figura y al igual que en 1973 y en 2000 le reiteró su original “Let’s me try again”, para que vuelva nuevamente a celebrar con sus incondicionales de la ciudad jardín. Del mismo modo en que tantas veces lo hizo en el pasado, cuando de la mano de una joven Rafaella Carra perdía el tren del Expresso Von Ryan, y caía en las garras de la muerte, para alcanzar la inmortalidad del héroe, a través de las pantallas de TVN o de Canal 13. Un héroe, ciertamente, al que no le gustaba estar resfriado, porque se sentía -y con razón- nada menos que “La Voz”.

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Lectura de Foto:

Rick Michel, el clon actual de Sinatra, recibió su tributo no sólo en la atención y escucha del público, sino que también en la numerosa cantidad de autógrafos que firmó por más de 20 minutos al término del espectáculo y la compra de muchos ejemplares de su CD con sus interpretaciones. El tercer piso del Casino se paralizó por un rato.