En asuntos públicos, de repercusión social y económica, más aun en crisis sanitaria, lo deseable, esperable y también exigible son decisiones con evaluación de escenarios, consensuadas entre incumbentes y sometidas a revisión periódica, corregidas oportunamente.
Por Daniel Morales Escudero, Arquitecto UV, Concejal Municipalidad de Valparaíso, presidente comisión de Turismo, Patrimonio y Alianza Estratégica
Paz Undurraga Castelblanco Arquitecta PUCV, Master en Economía Urbana UM, representante Corporación de Arquitectos Valparaíso en COSOC Municipal
Sin duda el repentino cierre de ascensores porteños —cese de un servicio municipal— produjo un efecto irreversible en vecinos y vecinas de nuestra ciudad. Siendo un medio de transporte económico e indispensable, su cierre, por más de 2 meses, seguramente ha generado dificultades para el irrenunciable desplazamiento de residentes del entorno de sus estaciones, y efectos directos en su presupuesto familiar; pero no sólo eso, y lo que es tan preocupante como lo anterior, ha obligado a muchos porteños a tener que recurrir a buses o colectivos, incluso taxis, lo que además de aumentar los costos, mermando un presupuesto familiar escaso, ha expuesto a riesgosas aglomeraciones en taxis colectivos y buses, que en ascensores podrían haberse controlado y minimizado.
Lo cierto es que al revisar los trazados de los distintos recorridos del transporte público local, se puede demostrar —a excepción del ascensor Barón— que las estaciones superiores de los ascensores posibles de reabrir son el Artillería, Cordillera, San Agustín, El Peral, Espíritu Santo y Polanco, dan una solución de movilidad real y necesaria por ser sectores en los cuales los recorridos de buses no cubren y que en el caso de los taxis colectivos, estos, al llegar a las poblaciones de las partes altas de la ciudad suben y bajan llenos, dejando estos sectores aislados.
Claramente con los resguardos necesarios (exigencias en uso de mascarillas, adecuada ventilación de carros, sanitización de estaciones y carros, reducción de la capacidad máxima, entre otros ajustes), este servicio municipal, medio de trasporte local, de aproximación para traslados rápidos, debió seguir operativo.
La municipalidad se comprometió a revisar esta medida, quizás hasta se revierta. Lo que es un buen logro de quienes la cuestionamos, demostramos los efectos y al parecer logramos incidir en su urgente revisión. Sin embargo, apelamos a que se instale de una vez una toma de decisiones compartidas entre distintos actores.
En asuntos públicos, de repercusión social y económica, más aun en crisis sanitaria, lo deseable, esperable y también exigible son decisiones con evaluación de escenarios, consensuadas entre incumbentes y sometidas a revisión periódica, corregidas oportunamente, toda vez que decisiones apresuradas producen, como es el caso, efectos irreversibles.
Foto: Huawei / Agencia Uno
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