El 3 de julio del año 2003, la UNESCO nombró a Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad, por ser "un testimonio excepcional de la primera fase de la globalización en el siglo 19, cuando se convirtió en el puerto comercial líder en las rutas marítimas de la costa del Pacífico de América del Sur".

En ocho años ha pasado harta agua bajo el puente (o poca, según la perspectiva en que se mire), pero me gustaría reflexionar acerca de algunos puntos.

Por ejemplo, el 5 de julio del 2003, el alcalde de ese tiempo, Hernán Pinto, señaló al diario La Estrella que "los proyectos que se tendrán que realizar son: la remodelación de la Plaza Echaurren, el entorno de la iglesia La Matriz...". El 11 de marzo del 2004, en El Mercurio de Valparaíso, dijo que había que "convertir el edificio Luis Cousiño en un centro de convenciones, capaz de recibir visitas como los reyes de España".

Interesantes cuñas para analizar porque, por ejemplo, uno podría cuestionar los trabajos que se hicieron en Echaurren y en el entorno de La Matriz. ¿Fueron suficientes? ¿Se han mantenido, se han deteriorado? ¿Fueron acordes con lo que significa ser Patrimonio de la Humanidad (el Santa Isabel)? ¿Han hecho otros?

Lo del Luis Cousiño también es digno de analizar, ya que, si bien existía la intención de recuperarlo, esto recién se llevó a cabo este año, y no por obra y gracia de la Municipalidad, sino que bajo la mano de la inversión privada. Pero mientas la ex ratonera dejaba de serlo, el Mercado Puerto se caía (y se cae) a pedazos, floreciendo una nueva ratonera pero ahora en Plaza Echaurren.

Otra cuña interesante, esta vez de la canciller de ese tiempo, Soledad Alvear, que aceptó la nominación de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad "en el nombre del pueblo de Chile". También uno podría cuestionarse esta declaración. ¿Qué ha hecho el "pueblo de Chile" (entendiéndose como el Estado de Chile) por Valparaíso? Ok, el Plan BID, préstamo que financia el Programa de Recuperación de Desarrollo Urbano de Valparaíso (PRDUV), pero ¿qué pasará cuando se acabe la plata? Nadie sabe, pero lo que sí se sabe es que el Municipio no tiene ni un peso. 

¿Y los porteños? ¿Les importa que un pedazo de su ciudad sea Patrimonio de la Humanidad? ¿Saben que significa? ¿Cuidan el lugar donde viven? ¿Se preocupan de su entorno?

Y las dudas siguen apareciendo: ¿qué pasa con el Plan Director para gestionar el patrimonio? Se prometió desde que la ciudad fue nominada pero aún no sale a la luz.

¿Y los ascensores? ¿Cumplirá el gobierno su promesa de recuperar los símbolos del Patrimonio de la Humanidad? 

Al final, parece que son más dudas que certezas.